“Jamila tenía preguntas acerca de Jesucristo mientras estudiaba el Corán durante el entrenamiento religioso islámico. Hoy, ella lo adora como su Salvador”. Jamila ha vivido en un matrimonio abusivo durante más de tres décadas. Criada como musulmana, fue forzada por su padre a un matrimonio arreglado con un violento hombre musulmán. “Me casé no porque él fuera bueno o amable —dijo—, sino porque tenía que hacerlo”. Desde el primer día, el esposo de Jamila la vio más como una posesión que como una persona, y en poco tiempo comenzó a atacarla físicamente. En medio de las continuas palizas y amenazas, el corazón de Jamila suspiraba por bondad y verdad. Ella había batallado con preguntas sobre el islam durante años, y cuando una transmisión de televisión cristiana le señaló la verdad de Cristo, Jamila encontró las respuestas que había estado buscando. Sin embargo, la fe en Dios que le trajo paz solo parecía intensificar la violencia en su casa. Una crianza inusual Aunque Jamila es ciudadana de un país del Medio Oriente, nació en una nación occidental, donde su padre musulmán fue enviado como representante de su gobierno árabe. Tras la muerte de su madre, cuando Jamila tenía 5 años, su

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Al crecer como budista en Nepal, Min Maya se burlaba de sus amigos cristianos. De vez en cuando visitaba la iglesia en su aldea para obtener útiles escolares gratuitos, pero por lo demás no tenía ningún interés en el cristianismo, y a su madre ni siquiera le gustaba que aceptara lápices y papel gratis de la iglesia. La madre de Min Maya era una lama budista que realizaba rituales para bendecir a muchos aldeanos que solicitaban sus servicios. Así que cada mañana, Min Maya debía unirse al culto budista en el santuario familiar. Cuando tuvo la edad suficiente para dejar la casa de sus padres, Min Maya se mudó con su hermana mayor a la capital nepalí, Katmandú, donde abundaban los empleos y la paga era mejor. Mientras estuvo en Katmandú, enfermó gravemente y su madre envió sacerdotes budistas para brindarle remedios. La salud de Min Maya permaneció sin cambios, por lo que su hermana, Suku Maya, que había recibido una Biblia de un amigo cristiano, invitó a algunos cristianos a orar por ella. La salud de Min Maya mejoró rápidamente, pero le preocupaba que aceptar las oraciones de los cristianos pudiera significar que tenía que convertirse en cristiana. Después,

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