Los ciudadanos chinos Li Xinheng y Lu Ling Lina se mudaron a un área radicalizada de Pakistán conocida por estar influenciada por los talibanes. A pesar del peligro, se sintieron llamados a compartir el evangelio allí. Mientras estudiaban urdu, el idioma que se habla en Pakistán, y comenzaban una escuela en una de las zonas más pobres del país, desarrollaron relaciones con sus vecinos. Pero su testimonio no fue bien recibido por algunos habitantes de la ciudad de Quetta.

A finales de mayo, Li y Lu estaban tomando su descanso para almorzar cuando tres hombres armados vestidos de oficiales de policía los obligaron a subir a su vehículo. Una tercera mujer, también china, fue secuestrada junto con ellos, pero no está claro si fue liberada, ya sea porque no había espacio en el vehículo o porque había escapado y pedido ayuda. Un hombre pakistaní vio lo que sucedía y trató de ayudar, pero los secuestradores le dispararon en un pie.

Li y Lu fueron retenidos como rehenes durante varios días antes de sus ejecuciones, las cuales fueron grabadas en video. El autodenominado Estado Islámico reivindicó sus muertes, y el Gobierno pakistaní finalmente llevó a cabo una redada en el escondite del Estado Islámico. Sin embargo, para entonces, los islamistas habían huido.

El Gobierno chino hizo poco para ayudar en la investigación o en la recuperación de los cuerpos de la pareja, e incluso declaró ilegal el trabajo de estos misioneros, al mismo tiempo que culpó a iglesias coreanas afiliadas a otras obras misioneras en Pakistán. Algunos cristianos chinos que habían hablado en contra del manejo del caso por parte de su Gobierno fueron detenidos o presionados para permanecer en silencio. La postura oficial del Gobierno era que la escuela de idiomas donde estudiaba la pareja era, simplemente, un frente para actividades religiosas ilícitas.

El Gobierno pakistaní también acusó a Li y a Lu de «predicar» durante su tiempo en el país. Tras su muerte, un instructor surcoreano que trabajaba en la escuela de idiomas recibió la orden de abandonar el país. El Gobierno pakistaní acusó a Jean Won-seo de usar su escuela como un frente para predicar. Los cristianos en China y en todo el mundo quedaron perplejos por la respuesta de los respectivos Gobiernos chino y pakistaní, los cuales se centraron más en las actividades de la pareja en el país que en el hecho de que el Estado Islámico había asesinado a dos ciudadanos chinos.

A pesar de ser ignorado por los Gobiernos terrenales, el sacrificio de Li y Lu no será ignorado por el Rey en su hogar eterno. El escritor de Hebreos nos dice que «Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad» (Hebreos 11:16).

«Oren para que Dios sea santificado en mi vida, y en la vida de todos Sus hijos aquí […]. Anhelo vivir una vida derramada para Él entre estos chinos, y entrar en la comunión de sufrimientos por las almas [así como Él] […] derramó su vida hasta la muerte por nosotros» (Mildred Clarke, en su diario en 1894. Fue martirizada en 1900 en China).

Historias de mártires cristianos: Li Xinheng y Lu Ling Lina
Categorías: Historia