Yobiri escuchó el evangelio a una edad temprana a través de un misionero extranjero y deseaba saber más. No poseía un ejemplar de la Biblia ni sabía leer, por lo que dependía de que los cristianos de otras aldeas compartieran la Palabra de Dios con él. Con el tiempo, otros en su pueblo le entregaron su vida a Cristo, y construyeron una iglesia donde pudieran reunirse. Algunos en su comunidad amenazaron a los aldeanos cristianos y golpearon a los que asistían a la iglesia; sin embargo, Yobiri se mantuvo firme en su fe. Unos obreros de primera línea recientemente le dieron a Yobiri una audio-Biblia en su propio idioma, y la recibió con alegría. «Sabemos que seguir a Dios es para todos, y nada debería detenerte —dijo—. Puedes servirlo en cualquier idioma, y no necesitas saber leer». Alabemos a Dios por el testimonio fiel de Yobiri.

Oremos por que comparta su fe a medida que vaya aprendiendo de la Palabra de Dios.

Hombre hambriento por la Palabra de Dios recibe su propio ejemplar de la Biblia
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