Betty Stam sostenía a la bebé en sus brazos mientras le cantaba con suavidad, demasiado consciente de que esta era su última noche juntas. Su marido, John, atado a un poste de la cama, tampoco podía dormir. Hacía solo dos semanas que habían llegado a su puesto de misión con Helen Priscilla de tres meses llenos de esperanza y ansiosos por el ministerio. Pero en esta noche de invierno sus canciones de cuna silenciosas eran lamentos de despedida porque al día siguiente morirían. Betty Scott, hija de misioneros presbiterianos en China, se graduó del Instituto Bíblico Moody en 1931. Ya había aceptado el llamado de Dios al servicio de la Misión al Interior de China. El vínculo que sentía con John Stam, a quien había conocido en una reunión de oración por China, y su decisión mutua de servir a Cristo en medio de una peligrosa guerra civil no podría —no pudo— detenerla. Cuando fue asignada a una estación misionera en el interior, partió para China. Escribió: «Cuando nos consagramos a Dios pensamos que estamos haciendo un gran sacrificio y que estamos haciendo mucho por Él cuando en realidad solo estamos soltando algunas baratijas a las que nos habíamos aferrado;
Leer másLos gritos de alegría de los niños se escuchaban desde la calle. El padre Francisco Montoya se reía con ellos con una sonrisa de oreja a oreja. El sacerdote local estaba haciendo trucos de ilusionismo para los niños, deleitándose con las sonrisas que irradiaban de sus rostros. Este era el momento favorito de Montoya. Montoya llamó a los niños y les hizo sentarse mientras sacaba su clarinete. Los niños se sentaron hipnotizados mientras la hermosa música penetraba el aire y les llegaba al alma. Los adultos también se reunieron alrededor y dejaron que los sonidos los envolvieran. Montoya dejó de tocar el clarinete y comenzó a contar la historia de Jesucristo. La gente de Quibdó, Colombia, necesitaba escuchar el mensaje del evangelio más que la música. Dios utilizó la música para atraer a la gente y abrir sus corazones, y Montoya estaba ahora preparado para compartir las Buenas Nuevas con ellos. Al día siguiente, Montoya se levantó temprano para asistir a los servicios y comenzó a caminar desde Quibdó (capital del departamento del Chocó) hasta el pueblo de Nóvita. Viajaba a pie por toda la región, llevando las pertenencias necesarias en una cesta típica indígena. El tiempo pasó rápidamente mientras
Leer másCuatro chicas adolescentes caminaban por el camino que conduce al bachillerato cristiano Poso. El sol brillaba en un cielo despejado y las jóvenes esperaban otro día de clases. Era un día festivo para las escuelas islámicas de la zona, las cuales celebraban el mes sagrado del Ramadán. Pero en las escuelas cristianas como a la que asistían las cuatro chicas todavía había clases. Su amistad y compañerismo trajeron sonrisas a sus jóvenes rostros mientras disfrutaban de la tranquilidad de la mañana del sábado. La quietud del aire se rompió cuando seis hombres vestidos de negro y con velos que cubrían su rostro saltaron de los arbustos y corrieron hacia ellas. Antes de que las chicas pudieran moverse, los hombres rodearon a sus jóvenes víctimas y con saña comenzaron a blandir sus machetes. Mientras gritaban pidiendo ayuda, las adolescentes lucharon por sus vidas. Solo una, Noviana Malewa, fue capaz de escapar. Cubierta de sangre por las cortadas principalmente en su cara corrió a buscar ayuda. Los cuerpos de Theresia Morangkir y Yarni Samube (ambas de quince años) y Alfita Poliwo (diecisiete) fueron dejados en el suelo, sus cabezas, las cuales habían sido cortadas de sus cuerpos, habían desaparecido. Un par de
Leer másCuando Poonam dejó en silencio el hinduismo en 2012, la Biblia que obtuvo se convirtió instantáneamente en su posesión más preciada. La joven india, esposa y madre de tres, leía en secreto la Palabra de Dios en su casa cada día, y crecía en su comprensión del amor de Dios por ella. Pero temía que su marido se enterara de su nueva fe, y pronto lo hizo. Después de escucharla hacer una oración cristiana un día, encontró su Biblia y con enojo la rompió en pedazos. «¡A partir de hoy dejarás de leer la Biblia, y mientras vivas en esta casa más te vale que no ores!», la increpó. Después, la golpeó y, finalmente, la echó de la casa, y se negó a dejarla ver a sus hijos pequeños y a su hija. Su fe cristiana le costó todo. En India, donde ha habido un incremento en la persecución de los cristianos a la par del aumento del nacionalismo hindú, las Biblias son un recurso precioso que ayuda a los nuevos creyentes a continuar creciendo en la fe en medio de la persecución. Después de perder su Biblia y a su familia, Poonam se quedó con unos familiares y oró
Leer másMuchos cristianos tienen miedo. Tienen miedo al ver a la cultura y a la sociedad estadounidenses alejarse continuamente de las enseñanzas bíblicas y los valores cristianos que aprecian profundamente. Temen que la persecución que nuestros hermanos y hermanas enfrentan en naciones como China, Nigeria, Corea del Norte y Libia pronto pueda ser mucho más que algo sobre lo que leemos. Quizá sea el camino que nosotros —los cristianos de la «tierra de los libres»— estemos llamados a recorrer. El problema con esta actitud es que la Biblia nos dice que no temamos. Cuando las autoridades comunistas de Rumania forzaron al fundador de VOM, Richard Wurmbrand, a subir a una furgoneta mientras iba caminando a la iglesia el 29 de febrero de 1948, tenía buenas razones para tener miedo. Así es como recuerda sus pensamientos esa mañana en su libro In God’s Underground [En la clandestinidad de Dios]: Sabía que me enfrentaría a interrogatorios, malos tratos, posiblemente años de encarcelamiento y muerte, y me preguntaba si mi fe era lo suficientemente fuerte. Recordé entonces que en la Biblia está escrito 366 veces —una vez por cada día del año— «¡No temas!». Son 366 veces, no solo 365, para tomar en cuenta
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