Cuando era niño en Corea del Norte a «Sang-chul» le enseñaron que el concepto de Dios era una mentira peligrosa. Y la política de cero tolerancia del gobierno hacia cualquier sospecha de comportamiento cristiano reforzaba la lección.

A medida que el evangelio se difundía silenciosamente en algunas partes del país, también lo hacía el temor entre los norcoreanos de que pudieran ser sospechosos de fe cristiana. «De verdad teníamos miedo del cristianismo porque cualquiera podía ser ejecutado o asesinado, incluso por mirar una Biblia», dijo Sang-chul.

Pero en 2013, Sang-chul fue testigo del poder de una vida dedicada en sacrificio a Jesús: El compromiso de un pastor llamado Han Chung-Ryeol le permitió a Sang-chul dejar de lado su miedo. El Pastor Han fue martirizado más tarde, el 30 de abril de 2016, debido a su valiente trabajo cristiano.

«Realmente quería saber por qué ayudaba a los norcoreanos allí, ya que era peligroso para el pastor Han hacerlo —recordó Sang-chul—. El pastor Han nos amó incondicionalmente y nos trató bien. Sentí su corazón. Cuanto más me reunía con el pastor Han, más sentía que su corazón provenía del Señor. Sin Dios, no me habría ayudado. Por eso me di cuenta de que el cristianismo es una religión verdadera».

Al igual que muchos norcoreanos, Sang-chul experimentó una pobreza extrema y una desesperación que lo condicionaron a poner su propia supervivencia antes que la de cualquier otro. Las malas condiciones en Corea del Norte fueron generadas por la hambruna, la mala gestión de los recursos por parte del gobierno y los efectos de la desintegración de la Unión Soviética en la década de 1990.

El duro trato y los escasos salarios que recibió por trabajar en empleos temporales en la vecina China lo dejaron aún más centrado en la autopreservación. Entonces, después de conocer a cristianos como el pastor Han, quienes ministraban desinteresadamente a los norcoreanos a lo largo de la frontera, se encontró con Jesús de una manera que alteró su vida y se convirtió en miembro de la iglesia clandestina que una vez había temido.

«Después de que decidí seguir a Jesús, tenía un propósito para ir y venir de China —dijo—. Llegué a amar a otras personas y sentí que no quería perder el tiempo. Hice todo lo posible para difundir el evangelio en Corea del Norte; ese era mi propósito. Una vez que acepté este propósito, sentí que no tenía suficiente tiempo para hacerlo».

Cientos de norcoreanos, incluidos 700 confirmados por los obreros de VOM en 2017, han llegado a conocer a Cristo a través de los esfuerzos de Sang-chul y otros cristianos de su red.

«En Corea del Norte, incluso compartir el evangelio con tu esposo, esposa o hijos requiere una valentía sagrada —dijo el pastor Eric Foley, cofundador y director ejecutivo de La Voz de los Mártires en Corea—. Incluso los evangelistas más apasionados de Corea del Norte, en general, llegan a menos de una docena de personas en su vida. Sang-chul y sus compañeros creyentes alcanzaron a 700 personas, lo cual demuestra por qué el régimen norcoreano consideraba al Pastor Han una amenaza. Había levantado un ejército de Sang-chuls».

NUEVA VIDA, NUEVO PROPÓSITO

Sang-chul pasó años viajando de ida y vuelta a China, de modo que pudo aprender del pastor Han y servir junto a él. Finalmente, comenzó a quedarse en Corea del Norte durante períodos más largos para difundir el evangelio.

Al testificarle a los norcoreanos, Sang-chul primero les hablaba de un «amor verdadero» que podría cambiar sus vidas. Después de ganarse su confianza, comenzaba a compartir el evangelio más abiertamente, incluso por medio de sacar una pequeña Biblia que había escondido en su ropa o en un zapato para poder compartir pasajes de las Escrituras.

Sang-chul sacrificaba cada vez más tiempo lejos de su esposa y sus dos hijas para servir y evangelizar a los perdidos. Sus esfuerzos silenciosos y decididos llevaron a que pequeños grupos de cristianos se reunieran en casas. Su servicio consistía en recitar el Credo de los Apóstoles y el Padrenuestro antes de orar por su país. Le pedían a Dios sabiduría, fortaleza y protección a medida que continuaban compartiendo el evangelio.

Entonces, un día, Sang-chul se enteró de que las autoridades habían arrestado a un amigo cristiano cercano y que un agente del gobierno lo estaba buscando. Incapaz de regresar a casa, se quedó en casa de un amigo hasta que con un par de sobornos pudo cruzar la frontera y huir de Corea del Norte.

SEGUIR HASTA EL FINAL

Mientras se hospedaba en un centro de discipulado después de su deserción, Sang-chul leyó Torturado por causa de Cristo del fundador de VOM Richard Wurmbrand. El libro ha sido una fuente de inspiración para Sang-chul mientras continúa orando y trabajando para difundir el evangelio entre los norcoreanos.

A North Korean soldier

«En verdad quedé conmovido cuando leí su libro —dijo Sang-chul—. ¿Sabes cuántas personas mueren por causa de su fe en Jesús? Ni siquiera yo lo sé, y nadie conoce su nombre».

Al escuchar historias de cristianos y de otros que sufren dentro de Corea del Norte, Sang-chul confiesa que se siente culpable por experimentar la libertad del exterior.

«Oro por que siquiera tengan un momento de sentir felicidad —dijo—. Ellos consideran que está bien ser martirizados, pero realmente deseo [que puedan] tener un momento en el que se sientan felices».

A Sang-chul le es difícil orar por Kim Jong Un, cuando sabe las atrocidades que sigue cometiendo contra los norcoreanos. «Nos mata como si estuviera matando moscas —dijo—. Simplemente no entiendo cómo podría orar por él; ni siquiera es un ser humano. Por un lado, está matando a tanta gente, y por otro lado aparece en la televisión y sonríe. Por eso no creo que sea un ser humano. Incluso [ahora], Corea del Norte está ejecutando a muchos cristianos debido a su fe».

Sang-chul dijo que le da gracias a Dios por los cristianos en los Estados Unidos que oran por los creyentes norcoreanos y por su país. Nos pide que oremos por que él sea menos egoísta y que su fe siga creciendo. También nos pide que oremos por que su familia se reúna. Entonces, dijo que de nuevo arriesgará más por el evangelio y por su pueblo. Ya no está enfocado en su propia supervivencia y dice que está feliz de morir por Jesús.

«El gobierno de Corea del Norte es bastante cruel —dijo—. Hay mucha gente que muere sin que otras personas lo sepan. Estoy pensado cada vez más en cómo mi sacrificio podría valer la pena».

Aunque muchos en la red de Sang-chul han sido arrestados y desterrados a los crueles campos de prisioneros de Corea del Norte, las buenas noticias de libertad en Cristo continúan esparciéndose en silencio en el país.

Red de creyentes norcoreanos lleva a más de 700 a Cristo
Categorías: Historia