La mañana después de que los bombarderos de la Fuerza Aérea Sudanesa atacaron su aldea en los Montes Nuba de Sudán, el pastor Morris se preparó para ir a la cárcel.

El pastor no había hecho nada malo. Iba por elección, en obediencia al mandamiento de Cristo: «Amad a vuestros enemigos». Para él, eso significaba empacar jabón, comida, ropa y zapatos para dárselos a los prisioneros de guerra musulmanes quienes servían al mismo gobierno que había bombardeado su pueblo la noche anterior.

El gobierno sudanés ha arrojado más de 3700 bombas sobre objetivos civiles desde abril de 2012 como parte de su campaña contra los rebeldes de Nuba. Muchos han cuestionado las acciones del pastor, incluido su hijo. Para él, el perdón de estas atrocidades es impensable.

«¿No son estas las personas que nos bombardean con el avión y matan a nuestra gente? —su hijo le preguntó mientras él empacaba—. ¿Por qué les llevas estos alimentos para que sobrevivan cuando nos están matando?».

«Yo le digo: “Hijo mío, esto es porque Jesús dice que tenemos que amar a nuestros enemigos —recordó Morris—. Incluso si nos están matando, tenemos que amarlos. Debido a ese amor, a causa del mandamiento de Jesús, es que ahora estoy preparado para ir a visitarlos”».

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Las visitas están dando frutos. Los corazones están cambiando. Incluso en la cárcel, los prisioneros están encontrando la libertad.

«Esto marcó una gran diferencia cuando los visitamos —dijo Morris—. Los prisioneros me dicen: “Pastor, ¿podría venir de nuevo a hablar de lo que nos está compartiendo? Porque nunca habíamos oído hablar de estas cosas”».

UN AMOR DESAFIANTE

Morris asistió a una escuela musulmana durante seis años cuando era niño, y recuerda haber visto la influencia del odio en el corazón de las personas incluso entonces.

A él y a sus compañeros de estudios los obligaban a memorizar largos pasajes del Corán, y los golpeaban si no los recitaban en un árabe clásico apropiado. Un día, unos amigos cristianos lo invitaron a su iglesia. Por curiosidad, se unió a ellos. Se sintió conmovido por el mensaje de salvación y notó una paz entre los cristianos que no había visto entre los musulmanes. Esto lo inspiró a seguir a Jesús.

Al regresar a la escuela, sus maestros se enteraron de su conversión y comenzaron a acosarlo. Morris vio cómo los musulmanes trataban a las personas de otras religiones, ya que fue testigo de conversiones forzadas provocadas por sobornos, miedo y amenazas.

Vio algo muy diferente entre los cristianos: amor, libertad y paz.

«El mismo amor que encontré, que experimenté y vi en los cristianos, fue el que me motivó —dijo—. Vi que, “Qué bien, acabo de llegar a la madrasa [escuela religiosa islámica] para poder aprender y seguir el camino que mi padre me dijo, pero ahora, incluso si me echaran de la madrasa, seguiré siendo cristiano y les demostraré el amor de Jesús a los demás”».

Sus amigos musulmanes fueron los siguientes en desarrollar odio contra él. Ya no era uno de ellos. A pesar de esto, todavía los amaba.

«Dios puso algo en mi corazón que decía: “Morris, puedes ir y compartir el evangelio con estos amigos de los musulmanes que te han odiado. Comparte el evangelio con ellos y lleva a algunos de ellos a Jesús”», dijo.

Amar a sus enemigos no es fácil para Morris, en especial cuando ve los efectos de su violencia sobre los «más pequeños» de su comunidad.

«A veces, cuando encuentras a un chico que murió, los bebés, los que no tienen ninguna razón para participar en esta guerra o incluso ni siquiera saben lo que está sucediendo, mueren y realmente sientes dolor —dijo—. En realidad, estoy muy afligido».

Para permanecer arraigado en su fe, Morris incorpora la oración y las Escrituras en su vida diaria. Se apoya en Dios para superar el estrés y el temor que vienen con su ministerio. Esto también le ayuda a seguir el mandamiento de Cristo de amar a sus enemigos.

«Por la mañana despierto y hago una oración y también leo la Biblia para poder obtener la fuerza para el día —dijo—. También recuerdo algunos versículos y los tengo en mi mente, y también oro a lo largo del día porque sé que hay problemas. Recuerdo versículos, recuerdo la vida de Jesús y trato de aferrarme a Él, porque sin Él no hay nada que puedas hacer».

UN AMOR DEDICADO

El pastor Morris es uno de los treinta pastores indígenas que VOM está apoyando en los Montes Nuba. Considerado un pilar de su comunidad, conoce a todos por su nombre y cuida de ellos de manera individual.

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VOM, que ha servido en la región durante más de 20 años, es el principal proveedor de medicamentos para el pueblo Nuba y los ayuda de otras maneras.

Con la ayuda de VOM, Morris muestra el amor de Cristo no solo a su comunidad, sino también a sus enemigos, tal como Jesús lo mandó.

«Estas personas han venido […] a hacer cosas malas a nuestras comunidades —dijo—, pero aun así decimos: “Podemos reunirnos y leer para ellos por causa del amor de Jesús”».

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