La ciudad de Belén, en Cisjordania, colinda con Jerusalén, pero las ciudades están separadas por un enorme muro diseñado para proteger contra ataques terroristas. Belén y el resto de Cisjordania están gobernadas parcialmente por la Autoridad Palestina, mientras que Israel controla los caminos y los asentamientos israelíes. La persecución de los cristianos convertidos en Cisjordania proviene tanto de miembros de la familia como, a veces, de la Autoridad Palestina.

the wall in Israel

Saif, un cristiano converso del islam quien vive en el área metropolitana de Belén fue encarcelado por la Autoridad Palestina debido a su fe. Llegó a conocer a Jesús a través de un grupo de judíos mesiánicos en 2004, después de estudiar la Biblia durante cuatro años y compararla con el Corán. Tenía 34 años, estaba casado y tenía cinco hijos. La esposa de Saif se resistió al evangelio y pensó en dejarlo después de su conversión. Pero Saif le aclaró sus prioridades. «Tú eliges —le dijo—. Estoy dispuesto a dejar la casa por ti, pero no puedo volver al islam».

La nueva fe de Saif fue probada aún más dos días después de ser bautizado. «Jesucristo se me apareció y me dijo que quería que evangelizara en su nombre», dijo. Sin dudarlo, Saif renunció a su trabajo como contratista y abrió un pequeño centro ministerial en su aldea de Cisjordania donde la gente podía hablar sobre sus preguntas acerca del islam o el cristianismo. También pasaba gran parte de su tiempo visitando a personas en sus hogares, hablando sobre Jesús y la Biblia. A través de su ministerio, la gente pronto comenzó a volverse a Cristo.

Un viernes, cuando el discurso semanal resonaba desde los altavoces de la mezquita, Saif notó que el orador hablaba de él. El orador acusó a Saif de ser un infiel sionista que debería ser asesinado por llevar a la gente a Cristo.

Tan pronto como terminó el servicio en la mezquita, los cinco hermanos de Saif se reunieron en casa de su hermano mayor. Le dieron a Saif un ultimátum. «Tienes dos opciones —le dijeron—. Somos nosotros o Cristo». Saif hizo una pausa por un momento antes de responder: «Elegiré a Cristo».

Varias semanas después, Saif recibió una carta de la AP que lo citaba en la estación de policía. Cuando llegó, dos investigadores le preguntaron sobre su fe. «Les dije sin rodeos: “Soy cristiano” —dijo Saif—. Mientras iba a la cárcel, oré: “No sabía que sería un prisionero y que sufriría. Tú eres más fuerte que ellos, y yo estoy en tus manos”».

La policía le ató las manos a Saif detrás de la espalda y lo colgaron de una pierna del techo de una celda durante cinco horas. «Sufrí un poco, pero sentí que fui empoderado por Dios», dijo.

Al día siguiente, la policía lo obligó a sentarse en una silla baja, le esposaron las manos y le pusieron una bolsa en la cabeza. Sus interrogadores entraban y salían de la habitación, y le preguntaban por qué se había hecho cristiano y por qué evangelizaba. Le preguntaron los nombres de otros cristianos, y le dijeron que debían crucificarlo como a Jesús.

Después de dos semanas, la policía liberó a Saif con una severa advertencia: «Si vuelves a mencionar a Jesús en tu aldea, algo terrible va a suceder». Pero Saif ignoró sus amenazas y continuó ministrando.

Saif estaba en casa la siguiente ocasión en que la policía de la AP vino por él. Huyó de la casa después de oír a la policía decirle a su esposa que habían venido a arrestarlo. Volvió a casa una semana después, pero en menos de media hora la policía tenía su casa rodeada. Una vez más, huyó. Saif no pudo regresar a casa después del segundo intento de arresto, pero continuó su ministerio.

En 2011, Saif estaba compartiendo el evangelio con una familia en su casa cuando la policía secreta rodeó el lugar. Cuando Saif intentó huir fue acorralado por 15 policías. Mientras lo arrastraban por las escaleras, su camiseta se rasgó, y él saltó de las escaleras y se escapó.

Al darse cuenta de que no podía continuar su trabajo en Belén, Saif utilizó el pase que se le había expedido cuando trabajaba como contratista y se trasladó a Jerusalén. Entonces, continuó su ministerio con los musulmanes trabajando a través de una organización apoyada por VOM. Saif trabaja con los lugareños, así como con personas de Gaza e Iraq que acuden a Israel para recibir tratamiento médico. También discipula a nuevos creyentes. En Jerusalén, el gobierno de Israel no toma nota de sus actividades, y la Autoridad Palestina ya no es una amenaza. A los israelíes no les preocupa que evangelice a los musulmanes aquí —dijo—. Te dicen: “Adelante, hazlos personas más amables”».

La familia de Saif todavía vive en Cisjordania. La policía de la AP ha visitado su casa varias veces, pero no han molestado a su esposa e hijos. La esposa de Saif ahora trabaja en la cafetería de una escuela cristiana en Jerusalén, por lo cual se mantiene en estrecho contacto con ella y la ve a menudo.

El trabajo en la escuela cristiana es una de las varias maneras en que Saif ve a Dios obrando a favor de su esposa. «Dios está abriendo puertas en la vida de mi esposa últimamente —dijo—. Vino a visitarme algunas veces aquí en Jerusalén, y temprano en la mañana me desperté y la encontré sentada en el patio leyendo la Biblia». Saif ha podido orar con ella dos veces, y confía en que pronto entregará su vida a Cristo.

Torturado por la Autoridad Palestina en la Ciudad Santa
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