Agentes de policía cerraron la Iglesia de Cristo de Sudán, ubicada en una comunidad a unas 85 millas o 137 kilómetros de Jartum, e interrogaron a los líderes durante horas debido a las quejas de los musulmanes locales sobre las actividades de la iglesia. Miembros de la comunidad islámica, molestos por la celebración de servicios y actividades ministeriales de la iglesia cristiana, denunciaron a la iglesia con la policía. Los agentes llegaron a la iglesia e interrogaron a los líderes. Después del interrogatorio, los funcionarios exigieron documentación que demostrara que los miembros de la iglesia tenían licencia para usar el edificio. La iglesia permanece cerrada mientras los líderes trabajan para cumplir con las exigencias de los funcionarios. Oremos porque los funcionarios permitan que la iglesia vuelva a abrir, y oremos porque nuestros hermanos y hermanas sudaneses en Cristo puedan compartir el amor de Dios con aquellos que buscan silenciar su testimonio cristiano. Haz clic aquí para conocer más sobre la persecución contra los cristianos de Sudán y para saber cómo orar.

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Categorías: Oración

La Biblia era pequeña y apenas se mantenía unida, pero transmitió la Palabra de Dios con eficacia a través de la predicación de Abram Yac Deng. Con un entrenamiento mínimo, pastoreaba con fidelidad a su gran congregación cerca de Turalei, provincia de Bahr El Ghazal en Sudán. Enseñaba a la iglesia de cuatrocientos sudaneses con la única Biblia de toda la congregación. Aunque muchas de las personas eran analfabetas, el deseo de Deng era dar clases de alfabetización para hombres, mujeres y niños. Cuando un ministerio cristiano trajo cientos de Biblias, Deng estaba encantado de que cada miembro de su congregación tuviera acceso a las Escrituras. Cuatro días después de recibir las Biblias, unos atacantes islámicos radicales invadieron el pueblo. A Deng le dispararon en la cabeza a quemarropa, y murió instantáneamente. La iglesia fue incendiada y mucha gente huyó justo a tiempo. Casi cien aldeanos fueron asesinados ese día, y muchas personas fueron secuestradas y tomadas como esclavas. Las Biblias recién entregadas que les trajeron esperanza y alegría fueron destruidas en el fuego. Uno de los versículos favoritos de Deng era Romanos 6:23: «Porque la paga del pecado es muerte: mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro». Hoy, él está cosechando ese regalo gratuito en

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Categorías: Historia

Cuando el oficial de seguridad del aeropuerto me dio una palmada en el hombro (Petr) y me hizo un gesto para que lo siguiera, no pensé mucho en ello. Era el 10 de diciembre de 2015, y me dirigía a casa después de pasar cuatro días en Sudán en reuniones con cristianos para evaluar cómo VOM podría ayudar a la iglesia allá. Con mi tarjeta de embarque en la mano supuse que simplemente se me someterían a un control de seguridad adicional en el aeropuerto de Jartum. Todo parecía de rutina hasta que el oficial extendió varias fotografías ante mí en una mesa. Miré con asombro las fotografías que me tomaron fuera de mi hotel y otras fotos mías en un restaurante donde había compartido una comida con un pastor sudanés. Claramente, había estado bajo vigilancia por la policía sudanesa desde que entré al país. Miré nerviosamente mi reloj. Mi avión estaba a punto de despegar y yo no estaría en él. En cambio, estaba siendo acusado falsamente de múltiples delitos, incluido el de espionaje y el de entrar a Sudán ilegalmente. PREPARADO PARA EL SUFRIMIENTO Cuando era adolescente, mi padre me entregó un libro un día y simplemente me

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Categorías: Historia

Onnab estaba junto a los restos carbonizados de su casa. Un avión de la fuerza aérea sudanesa acababa de sobrevolar su aldea y lanzó una bomba que detonó cerca de su casa, destruyendo el suministro de alimentos de su familia y todas sus pertenencias. «Gracias a Dios, mis hijos no estaban en casa», dijo, agradecida por tenerlos a salvo. Pero la pérdida del hogar terrenal y las posesiones de Onnab finalmente la llevó al mayor regalo eterno. Onnab, una musulmana que vivía en los montes Nuba de Sudán, había oído hablar de Jesucristo e incluso visitó una iglesia en su pueblo. Pero cuando su esposo y su familia se enteraron de que se había reunido con «infieles», se enfurecieron e insistieron en que nunca más visitara una iglesia cristiana. «Intenté varias veces cambiar al cristianismo —dijo Onnab—, pero no era fácil para mí». Si su esposo incluso escuchaba que Onnab había asistido a la iglesia o hablado con otros cristianos, la golpeaba. Aún así, su hambre por Cristo se mantuvo. Apenas dos meses antes de que su casa fuera bombardeada, su esposo la abandonó a ella y a sus hijos. Después de que la casa de Onnab fuera destruida en

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Categorías: Historia

La mañana después de que los bombarderos de la Fuerza Aérea Sudanesa atacaron su aldea en los Montes Nuba de Sudán, el pastor Morris se preparó para ir a la cárcel. El pastor no había hecho nada malo. Iba por elección, en obediencia al mandamiento de Cristo: «Amad a vuestros enemigos». Para él, eso significaba empacar jabón, comida, ropa y zapatos para dárselos a los prisioneros de guerra musulmanes quienes servían al mismo gobierno que había bombardeado su pueblo la noche anterior. El gobierno sudanés ha arrojado más de 3700 bombas sobre objetivos civiles desde abril de 2012 como parte de su campaña contra los rebeldes de Nuba. Muchos han cuestionado las acciones del pastor, incluido su hijo. Para él, el perdón de estas atrocidades es impensable. «¿No son estas las personas que nos bombardean con el avión y matan a nuestra gente? —su hijo le preguntó mientras él empacaba—. ¿Por qué les llevas estos alimentos para que sobrevivan cuando nos están matando?». «Yo le digo: “Hijo mío, esto es porque Jesús dice que tenemos que amar a nuestros enemigos —recordó Morris—. Incluso si nos están matando, tenemos que amarlos. Debido a ese amor, a causa del mandamiento de Jesús, es que ahora

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Categorías: Historia