La aparición de Hassan en una conferencia de pastores en Addis Abeba, Etiopía, fue su respuesta a lo que él creía que era el llamado de Dios para concentrarse en la persecución. De hecho, solo unos meses antes, había rechazado un segundo mandato como Secretario General de la Iglesia de Cristo de Sudán para poder ayudar a preparar a las iglesias para la persecución desde un nivel más bajo.

Durante la conferencia de noviembre de 2015 en Etiopía, les contó a los pastores sobre la creciente persecución que enfrentaban sus ocho congregaciones en Sudán. Entre los asistentes a la presentación de Hassan se encontraba Petr Jasek, un ciudadano checo que se desempeñaba como Director Regional de VOM para África en ese momento.

Petr se sintió especialmente conmovido por una fotografía que mostró Hassan de un joven cristiano que había resultado herido durante una manifestación. Semanas después, Petr viajó a Jartum para encontrarse con el herido y hacer arreglos para ayudar a cubrir sus gastos médicos. Después de una visita de cuatro días, Petr se preparó para salir del país.

Fue entonces cuando Hassan experimentó lo que él considera una de las mayores bendiciones de su vida. «Petr fue arrestado en el aeropuerto —dijo Hassan—, y luego, a través de las investigaciones, descubrieron que me había visitado a mí y a otras personas. Por eso me arrestaron».

El precio de la fe

Las autoridades sudanesas entraron en casa de Hassan a las 11 a.m. del 18 de diciembre de 2015. Confiscaron computadoras portátiles, pasaportes y libros sobre la persecución, incluido uno titulado Cómo permanecer firme en las tormentas, antes de escoltarlo fuera de su casa. Su esposa y sus cinco hijos estaban paralizados de miedo mientras observaban a las autoridades forzarlo a subir a un vehículo que los esperaba. Aunque Hassan no lo sabía, Petr y el Rev. Kuwa Shamal, quien también había hablado en la conferencia en Etiopía, ya había sido arrestado. Y pronto, Abdulmonem Abdumawla, quien había estado recolectando fondos para ayudar al hombre herido que Petr había conocido, se uniría a ellos.

La policía interrogó a los cuatro hombres esa noche en la comisaría, interrogando deliberadamente a Hassan sobre su relación con Petr, la conferencia en Etiopía y cómo habían trabajado juntos para ayudar al joven en Jartum.

Luego, los hombres fueron llevados a una prisión administrada por el Servicio Nacional de Inteligencia de Sudán (NISS) y colocados en celdas separadas. Dos semanas después de llegar a la prisión, se enfrentaron a nuevos interrogatorios. Al darse cuenta de que no era probable que lo liberaran pronto, Hassan gradualmente comenzó a ver un propósito más amplio para su detención.

«Solía viajar a iglesias en otras ciudades para prepararlos para la persecución y para hablar sobre ese libro que [los oficiales] me quitaron —dijo—. Estaba preparando a la iglesia, pero también me estaba preparando para este tiempo. No estaba triste por estar en prisión. Esta es la iglesia, y este es el precio de nuestra fe».

Desde la década de 1970, el gobierno de Sudán, dominado por los sunitas, ha intimidado, arrestado, encarcelado y torturado sistemáticamente a los cristianos. Las detenciones breves son una forma de acoso cada vez más común.

Hassan dijo que la prisión del NISS era la peor de las cinco cárceles en las que estuvo recluido. Dormía en el suelo de una celda diminuta con una pequeña ventana, a través de la cual no podía ver nada más que el cielo. Sentía frío y se sentía completamente solo.

No obstante, por ser sudanés, Hassan fue tratado con más respeto que Petr, quien soportó palizas regulares en la celda que compartía con simpatizantes del autoproclamado Estado Islámico. Algunos presos también amenazaron a Hassan, simplemente por sus vínculos con Petr.

La parte más difícil del encarcelamiento para Hassan fue la incapacidad de comunicarse con su familia. Quería que supieran que estaba vivo y, de hecho, habían escuchado rumores de que había muerto en prisión.

Al final, todo el sufrimiento que enfrentó Hassan lo ayudó a confiar en la voluntad de Dios y a encontrar una paz cada vez mayor en Jesucristo.

EVANGELISMO EN LA PRISIÓN

En la primavera de 2016, las autoridades trasladaron a Hassan y a los otros tres hombres a otra prisión, donde fueron reunidos e inesperadamente se les concedió más libertad religiosa y mejor trato. En esta prisión y en otras dos, se les permitió leer la Biblia, compartir el evangelio con otros reclusos e incluso asistir a los servicios religiosos dentro de la prisión.

two men leading a church service

«Estábamos ocupados —dijo Hassan—. Yo, Petr y el pastor Kuwa solíamos predicar todos los días».

Algunos de aquellos a quienes les predicaron eran criminales reincidentes, y ocasionalmente se llevaban a uno para colgarlo por asesinato.

«Solíamos prepararlos, orar con ellos y animarlos», dijo Hassan.

En una de las cárceles donde estuvieron recluidos, Hassan, Kuwa y Petr dirigieron servicios religiosos para 300 reclusos. Se les dijo repetidamente que la prisión nunca había experimentado tanta hambre por la Palabra de Dios y un compañerismo tan fuerte entre los prisioneros.

Hassan nunca olvidará el día, después de cinco meses en prisión, cuando finalmente pudo ver a su familia. Cuando regresó a su celda después de comparecer ante el tribunal, su esposa y su madre estaban sentadas en su cama esperándolo.

«Cuando mi esposa me vio, simplemente corrió y saltó sobre mí y estaba llorando», dijo.

Después de ese día, la esposa de Hassan pudo visitarlo con regularidad. Al principio, las visitas se limitaban a 20 minutos, pero luego aumentaron a 45 minutos. Hassan agradeció a Dios por cada minuto que pasaba con su esposa. Durante su encarcelamiento, VOM y su iglesia local ayudaron a mantener a la familia de Hassan.

En agosto de 2016, el gobierno sudanés acusó formal, pero falsamente a los hombres de varios delitos, entre ellos de espionaje y conspiración contra el estado. Hassan y los otros hombres se enfrentaban a una posible pena de muerte o cadena perpetua.

Aunque fueron sometidos a una serie de apariciones agotadoras en la corte, los cuatro hombres fueron continuamente alentados de diversas formas. Sabían que las personas que apoyan a VOM estaban orando por ellos y también sabían que había gente trabajando en su liberación. Entonces comenzaron los himnos. Los días en que se programaba una audiencia en el juzgado, los creyentes sudaneses se reunían a lo largo de la calle frente al palacio de justicia para cantar y adorar juntos. A pesar de que las puertas y ventanas del juzgado estaban cerradas, los que estaban adentro podían escuchar cómo alababan a Dios y animaban a sus hermanos que estaban adentro.

«Doy muchas gracias a Dios porque es hora de que la gente escuche [las canciones de adoración] —dijo Hassan—. Fue realmente increíble. Le doy gracias a Dios por eso».

UN CORAZÓN AGRADECIDO

En enero de 2017, Kuwa fue puesto en libertad por falta de pruebas en su contra. Había pasado más de un año en prisión a pesar de que ni siquiera estaba en Sudán durante la visita de Petr. Tras un largo juicio, Hassan y Abdulmonem fueron condenados a 12 años cada uno por ayudar a Petr a brindar ayuda al cristiano sudanés herido. Petr fue condenado a cadena perpetua, el equivalente a 20 años, por espionaje y realizar trabajo humanitario sin permiso, entre otros cargos.

Después de cumplir 445 días en prisión, a Petr se le concedió un indulto presidencial y fue puesto en libertad el 26 de febrero. Dos meses después, el 11 de mayo, también quedaron en libertad Hassan y Abdulmonem.

Tras su liberación, se le advirtió a Hassan que las autoridades continuarían monitoreando sus actividades. Como sabía que esto pondría más tensión en su familia y atraería un escrutinio adicional a la iglesia, decidió irse de Sudán.

Hassan y su familia, así como Abdulmonem, viven en una ciudad en el este de los Estados Unidos, donde esperan la decisión sobre sus solicitudes de asilo y consideran lo que Dios tenga planeado para ellos a continuación.

La transición a una nueva cultura y forma de vida ha sido difícil para sus hijos de entre 7 y 20 años, pero en general la familia está agradecida. Su iglesia local los ha ayudado a hacer la transición y VOM los ha apoyado con algunos gastos específicos.

men sitting in a church service

Hassan permanece en contacto con sus congregaciones, que aún están activas a pesar de ser blancos del gobierno. «La mayoría de ellos están contentos de que esté aquí porque estaban preocupados cuando estaba en Sudán de que me pasara algo», dijo.

Al recordar toda la experiencia, Hassan dijo que no tiene nada más que gratitud en su corazón. Que no cambiaría nada. Y que ni siquiera cortaría un día de su tiempo en prisión.

«Me di cuenta de que Dios me ama tanto que me dio el privilegio de compartir uno de sus momentos difíciles —dijo—. De verdad, le agradezco a Dios por ese tiempo. Fue una bendición para mí y creo que es una bendición para la iglesia en Sudán».

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