Apenas 10 días después de que Narendra Modi se convirtiera en el primer ministro de la India, Pratik y su familia fueron atacados por los nacionalistas hindúes.

Para llegar a la casa de Pratik se requiere recorrer un estrecho camino de tierra lleno de baches a través de un bosque de árboles de café iluminados por el sol. El camino que serpentea a través de la plantación de café de 10 acres, de repente da un brusco giro a la derecha antes de bajar por una colina empinada. Al pie de la colina, lejos de todos los demás, se encuentra la pequeña casa de su familia.

En otra parte del mundo, la casa podría sentirse como un escondite tranquilo. Sin embargo, en el sur de la India, Pratik y su familia se sienten atrapados.

Se han sentido así desde el 4 de junio de 2014 cuando unos 30 miembros de la Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS) irrumpieron en su casa, obligaron a Pratik, a su esposa, Dharmi, y a la mayor de sus dos hijas adolescentes a subirse en unas SUV para llevarlos al templo hindú más cercano para ser «reconvertidos» al hinduismo. Su hija menor logró escapar de los nacionalistas hindúes, que están trabajando para hacer volver a la población de la India a sus raíces hindúes.

La vida como cristianos rodeados de 400 familias hindúes nunca fue fácil para la familia de Pratik, y se ha vuelto incluso más difícil desde que Narendra Modi se convirtió en primer ministro de la India. Modi es un miembro de mucho tiempo de la RSS y su ascenso al poder fortaleció todavía más al creciente movimiento nacionalista hindú; el ataque a la familia de Pratik ocurrió solo 10 días después de que Modi asumió el cargo.

Ya que los cristianos han estado bajo una creciente presión para regresar al hinduismo, la familia de Pratik ha aceptado la persecución como una parte normal de su fe.

«Por causa de Cristo, estamos pasando por sufrimientos y palizas —dijo Dharmi—. En ese momento me sentí mal, pero después me di cuenta de que era una bendición».

UN REGRESO A CASA NO DESEADO

Pratik y su familia fueron arrastrados al templo local, donde un sacerdote hindú llevó a cabo una ceremonia especial de reconversión conocida como Ghar Wapsi o «Regreso a Casa».

Después de obligar a Pratik y a su familia a arrodillarse, el sacerdote vertió agua bendita hindú sobre sus cabezas, les roció polvo rojo en la frente y les ordenó que comieran alimentos que habían sido dedicados a una deidad hindú.

Pratik inmediatamente escupió la comida en el piso del templo. Uno de los muchos miembros de la RSS que rodeaban a la familia rompió un plato sobre su cabeza, y lo dejó inconsciente.

—¡Jesús, ayúdame! ¡Ayuda a mi esposo! —gritó Dharmi.

—No invoques a Jesús —la regañó un miembro de la RSS—. Invoca a los dioses hindúes: Rama, Krishna.

Pratik permaneció inconsciente durante varios minutos mientras docenas de miembros de la RSS lo rodeaban. Cuando recuperó la conciencia, el sacerdote vertió 12 tazones más de agua bendita sobre él.

«¡Tienes que dejar a Cristo y venir al hinduismo!», le dijeron a Pratik mientras su esposa e hija oraban por él en el nombre de Jesús. Pratik se negó.

Por haber renunciado a la reconversión, los miembros de la RSS decidieron etiquetar a la familia como parias, y les pidieron a los aldeanos que los evitaran.

«Trajeron un papel y escribieron que nadie debería entrar en nuestra casa y nadie debería llamarnos —dijo Pratik—. [Ahora] éramos como personas marginadas. Nadie puede hablar con nosotros, ninguna tienda nos da nada».

A SOLAS CON DIOS

Los voluntarios de la RSS distribuyeron copias del documento a toda la aldea, y la vida instantáneamente se volvió más onerosa para la familia de Pratik. Si los aldeanos hablan con la familia o hacen negocios con ellos de alguna manera se les impone una multa de 2000 rupias, lo cual equivale a aproximadamente 30 dólares.

En lugar de comprar leche en el pueblo, Dharmi debe caminar 10 millas para comprar comestibles. Sus hijas ya no son aceptadas en la escuela local, y cuando la familia camina por el pueblo, los vecinos e incluso antiguos amigos les escupen y los maldicen.

Con el tiempo, el rechazo se convirtió en intimidación verbal. Los aldeanos y los miembros de la RSS amenazaron con incendiar la casa de la familia y finalmente anunciaron que tenían planes de matarlos.

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Aún así, la familia seguía confiando en la presencia de Cristo. «Sabemos que Dios nos está protegiendo», dijo Pratik, con una sonrisa.

Las amenazas de los aldeanos pronto condujeron a un acto de engaño destinado a presentar cargos penales contra Pratik. Los aldeanos erigieron en secreto un ídolo hindú en el borde de la propiedad de Pratik —lo cual no es raro en el área—, y comenzaron a adorar públicamente al ídolo y a ofrecer sacrificios de animales allí. Una semana después, un aldeano destruyó el ídolo con la esperanza de implicar a Pratik. Los aldeanos luego lo acusaron de haberlo empujado y de insultar a su dios.

Según lo planeado por los aldeanos, Pratik fue arrestado y acusado de destruir un ídolo hindú e insultar a un dios hindú. Dos meses después, mientras continuaban las audiencias judiciales, un hombre confesó que había destruido el ídolo con la intención de incriminar a Pratik. El hombre le escribió una disculpa a Pratik, y finalmente los cargos fueron retirados.

CON LA VISTA EN LO INVISIBLE

Por la gracia de Dios, la familia encontró una iglesia a unas 15 millas de distancia. Caminan de ida y vuelta dos veces por semana para adorar y disfrutar de la comunión con otros creyentes.

Aunque todavía luchan con el aislamiento el resto de la semana, están más preocupados por las almas de las 400 familias hindúes de su aldea.

«Sabemos que están pereciendo sin Cristo, así que estamos orando […] por que sean salvos», dijo Dharmi.

VOM está ayudando a financiar la educación de sus hijas en un pueblo cercano, y también ayudamos a proporcionar asistencia legal.

Pratik ve las dificultades de su familia desde una perspectiva eterna. No tiene la intención de regresar al hinduismo a pesar de que le haría la vida más fácil. De hecho, él y su esposa se ríen al pensar en ello.

«Esto es por un corto tiempo —dijo Pratik—, pero la bendición eterna es la que queremos. Queremos esa vida, no esta. Si nos cortas la cabeza, no hay problema. Estaremos con Cristo. No volveremos atrás».

Familia india tomada por la RSS, marginada por seguir a Cristo
Categorías: Historia