Tani, una tunecina, y Boutros, un sirio, se habían «visto» el uno al otro interactuando con buscadores musulmanes en chats cristianos y se respetaban mutuamente como compañeros cristianos que se habían convertido del islam. Luego, cuando finalmente se conocieron cara a cara en una junta organizativa en Egipto, se enamoraron.

Cuando se hizo evidente que Dios los estaba uniendo, comenzaron a orar por un problema legal que amenazaba con mantenerlos separados. La tarjeta de identificación tunecina de Tani la identificaba como musulmana, mientras que Boutros estaba registrado como cristiano. Después de convertirse en cristiano de joven en Siria, Boutros huyó a Egipto para escapar de los familiares que estaban tratando de matarlo. Entonces fue adoptado por una familia cristiana copta en Egipto.

Ni Túnez ni Egipto permitirían que una mujer musulmana se casara con un cristiano, pero, por la gracia de Dios, la embajada tunecina en Egipto emitió el papeleo, y la pareja pudo casarse en 2009. Tani y Boutros continuaron su trabajo alcanzando musulmanes en internet, pero ahora estaban trabajando juntos.

LLAMADOS A TÚNEZ

En 2010, la pareja se sintió llamada al país de origen de Tani: Túnez. «Estábamos orando todo el tiempo —dijo Tani—, y Dios le dio a Boutros una visión de que había unas personas clamando a Dios, que le decían: “Ven y ayúdanos”».

Pero a principios de 2011, antes de que pudieran mudarse, el descontento generalizado y la violencia (un movimiento que más tarde fue llamado la Primavera Árabe) comenzaron a inundar la región. El presidente de mucho tiempo de Túnez, Zine al-Abidine Ben Ali, se vio obligado a huir del país, mientras que el presidente dictatorial de Egipto, Hosni Mubarak, se vio obligado a abandonar el cargo poco después.

A pesar de los disturbios, la pareja decidió vender todo y ver si ellos y su hija pequeña podían llegar a Túnez. Aunque Boutros estaba en una lista negra destinada a impedir su entrada a Túnez, la agitación política y la consiguiente falta de procedimientos le permitieron entrar con una visa de turista de seis meses. Tani y Boutros alquilaron una casa con dos dormitorios adicionales y una gran sala de estar con la esperanza de utilizar el espacio para su trabajo ministerial.

Después de establecerse, conocieron a una chica de 17 años a través de su ministerio en internet que estaba siendo presionada por sus padres debido a su fe cristiana. La pareja continuó reuniéndose y orando con ella, hasta que finalmente sus padres la amenazaron con echarla de la casa. Tani y Boutros invitaron a la chica a vivir con ellos durante unas semanas mientras ella resolvía las cosas con sus padres, y, pronto, otros que experimentaban persecución por parte de sus familiares comenzaron a quedarse con ellos también. Cuando Tani y Boutros conocieron a algunos obreros de VOM y les contaron cómo habían ayudado a estos nuevos cristianos, VOM se ofreció a apoyar su ministerio de casa de refugio.

El objetivo y la esperanza de la pareja era que cada huésped se reconciliara pronto con su familia o pudiera vivir de forma independiente. Algunos se quedaban solo una semana, mientras que una chica se quedó durante un año.

«En Túnez, hay persecución por parte del Gobierno, pero la mayoría de la persecución proviene de la familia —explicó Tani—. Cuando la familia quiere presionar a alguien, lo echa de la casa y deja de apoyarlo financieramente. Hay muchas ocasiones en que las personas no pueden encontrar un lugar donde alojarse, y eso es muy difícil para ellos».’

La gran sala de estar funcionaba tanto como recinto para la reunión semanal de su Iglesia casera como sala de lectura comunitaria a lo largo de la semana. Dado que la mayor parte de la persecución en Túnez proviene de familiares inmediatos, los cristianos a menudo no pueden leer su biblia abiertamente o incluso tener una en casa. La sala de estar era un espacio acogedor para leer, adorar y orar, y el café siempre estaba listo para aquellos que quisieran.

ACUSADOS DE EVANGELISMO

Tani y Boutros estaban ansiosos por ayudar dondequiera que veían una necesidad. Además de operar una clínica médica móvil en regiones rurales y administrar la única librería cristiana del país, también comenzaron a alimentar a los indigentes. Empezaron repartiendo sándwiches a unas diez personas, y el trabajo creció rápido para servir a varios cientos. Muchos se dieron cuenta de que, si bien los musulmanes tunecinos no estaban sirviendo a los necesitados, esta pareja cristiana sí. Y, pronto, muchos voluntarios musulmanes comenzaron a servir a su lado.

Sin embargo, la inesperada publicidad sobre su ministerio a los indigentes llamó la atención del Gobierno tunecino. Su trabajo apareció en varios programas noticiosos de televisión en 2014 y 2015, y un artículo periodístico los acusó de usar el ministerio a los indigentes como una cubierta para evangelizar. Los voluntarios musulmanes se enojaron con Tani y Boutros, convencidos de que los habían estado ayudando inadvertidamente a difundir su religión extranjera. «Les dijimos: “Ustedes están a nuestro lado todo el tiempo; no distribuimos literatura”», dijo Tani.

La pareja comenzó a recibir mensajes amenazantes de tunecinos que se ofendieron de que estaban compartiendo el evangelio en su país musulmán, y alguien se metió a robar en su auto. Entonces el departamento de inmigración le dijo a Boutros que era un peligro para la seguridad nacional y que tenía que abandonar el país debido a su trabajo ministerial.

La policía comenzó a vigilar cada movimiento de la pareja, esperando en un vehículo fuera de su casa y siguiéndolos cada vez que salían. Al principio, Tani y Boutros cambiaron los horarios de reunión de la Iglesia casera, pero cuando descubrieron lo estrecha que era la vigilancia, decidieron dividirse en cuatro grupos que se reunirían en diferentes lugares: las casas de dos parejas casadas y de dos hombres solteros.

Tani y Boutros continuaron su trabajo ministerial bajo el estrecho escrutinio del Gobierno durante otros dos años, pero en 2018 la policía le dio un ultimátum a Boutros. «Estás aquí ilegalmente —le dijeron—, y si no te vas ahora, irás a prisión por tres años».

Su tiempo en Túnez había terminado, pero estaban complacidos con el trabajo que Dios les había ayudado a realizar en sus seis años allí. Y habían sentido que Él los había guiado a dividir la Iglesia casera cuando lo hicieron y a poner nuevos líderes en su lugar. «Estamos agradecidos porque estamos sintiendo que es bueno —dijo Tani—. La Iglesia casera no depende de nosotros y esto es genial».

Hoy, la pareja y sus dos hijas se han establecido en un nuevo país, donde ministran a los refugiados sirios y continúan su trabajo en línea en el mundo árabe. También se regocijan de que la Iglesia que plantaron en Túnez continúe reuniéndose para estudiar y adorar juntos.

El levantamiento de la Primavera Árabe de 2011 trajo muchos cambios políticos en la región, pero también sirvió como una revolución espiritual que abrió las puertas del islam. «Hay una gran cantidad de personas que nos contactan en privado —dijo Tani—. Están preguntando por Jesús».

Y Tani y Boutros continuarán gozosos respondiendo a sus preguntas y aumentando su inquebrantable alcance.

Conversos cristianos se conocen en chat y comienzan ministerio de casa de refugio