James Pino y su esposa, Rocío, ya se habían acostado cuando escucharon un golpe inesperado en la puerta principal. Cuando Pino abrió la puerta fue recibido por dos hombres que pedían ayuda con su motocicleta. Salió a ayudar mientras uno de los hombres se quedó junto a la puerta, donde Rocío se quedó mirando a su marido.

—¿Te llamas María? —le preguntó el hombre.

—No, soy Rocío Pino —respondió.

De repente, tres disparos rompieron la quietud de la noche, y cuando Pino se volvió, vio a su mujer caer al suelo. A continuación, los agresores se subieron a su motocicleta y huyeron a toda velocidad.

Como vivían en una de las «zonas rojas» de Colombia, áreas controladas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), ningún servicio de emergencia quiso responder. El camino a su pueblo estaba fuertemente minado y vigilado por guerrilleros armados de las FARC, por lo que Pino y sus hijas tuvieron que ver morir a Rocío en la puerta de su casa.

Rocío era conocida por compartir el evangelio con todos los que conocía, especialmente con los guerrilleros. «Todos los que vengan aquí oirán hablar de Cristo», había dicho. Pino se enteró más tarde de que los asesinos de Rocío probablemente tomaron represalias contra ella por haber sido testigo de Cristo ante una guerrillera que había pasado por su casa unas semanas antes. «El Señor te espera», le había dicho a la mujer, a quien le entregó un Nuevo Testamento.

Pino conocía a los asesinos. Habían llegado a la comunidad dos semanas antes y se presentaron como miembros de las FARC. Al igual que muchos otros guerrilleros de la zona, de vez en cuando se paraban a hablar con James. Ahora lucha por perdonarlos. «Ese paso es muy difícil de decir: “Los perdono”, cuando los veo [a sus agresores], porque sé que son cicatrices que nunca se borran», dijo. Tras el ataque, Pino y sus hijas se trasladaron a una zona más segura.

Rocío se tomó en serio la Gran Comisión de Jesús: «Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones» (Mateo 28:19). A pesar de que conocían los riesgos, ella y su marido decidieron vivir y compartir el evangelio en una zona peligrosa de Colombia. Aunque le costó la vida a Rocío fue una decisión digna de Jesús y del avance de su evangelio.

Historias de mártires cristianos: Rocío Pino
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