Muchas de las víctimas de ataques que están siendo atendidas en un hospital de rehabilitación dirigido por cristianos en Gboko, estado de Benue, Nigeria, no pueden ocultar sus heridas. Los yesos y las muletas identifican claramente qué extremidades han sido heridas, o amputadas, por el machete de algún extremista musulmán.

Pero las heridas que Solomon Samaila, de 25 años, recibió en un ataque en diciembre de 2013 contra su aldea en el estado de Taraba, Nigeria, son menos evidentes: tiene que mostrarlas.

Después de compartir con tranquilidad y paciencia su historia del ataque, se quita la camiseta y se vuelve hacia la pared. Las cicatrices y las ampollas de su espalda muestran que ha sufrido quemaduras graves.

Las quemaduras son el precio que Solomon pagó por rehusarse a negar a Jesucristo como su Señor. Es un precio que acepta humildemente.

«Cristo mismo sufrió —dijo—. La salvación que tengo en Cristo no fue gratuita, sino que se pagó con un precio para salvarme. Así que, igualmente, siento que estoy preparado para sufrir en persecución por la salvación que tengo en Cristo. No volveré atrás».

ATACADO POR SUS VECINOS

El ataque a la aldea de Solomon no fue llevado a cabo por insurgentes de Boko Haram del norte o por ganaderos musulmanes fulanis, quienes también atacan aldeas cristianas. Fue llevado a cabo por los propios vecinos musulmanes de Solomon, de entre los cuales reconoció a algunos.

La historia de Solomon es trágicamente familiar. Escuchó disparos e intentó huir de la aldea con su padre, pero pronto se encontraron rodeados por una multitud enojada.

A él y a su padre les dieron el ultimátum estándar. «Nos dijeron: “Eres cristiano. ¿Adónde vas? Este es el fin del camino. Solo te queda una opción: seguir el islam”», recordó Solomon.

Entonces, un hombre de la multitud atacó al padre de Solomon, cortándole el pecho, el cuello y ambos brazos con un machete, matándolo.

«Entonces me dijeron: “No te cortaremos si [te conviertes en musulmán]” —dijo Solomon—. Yo respondí: “No negaré a Cristo”».

Entonces, personas de la turba rociaron a Solomon con gasolina antes de darle una oportunidad más de negar a Cristo y aceptar el islam.

«No lo negaré», proclamó Solomon.

Solomon fue derribado al suelo por un golpe de machete en la parte posterior de su cabeza. Entonces, un atacante se subió sobre su espalda en una motocicleta y la dejó encima de él. El motor aún en marcha encendió su camisa empapada de gasolina, mientras que el peso de la motocicleta lo mantuvo inmovilizado boca abajo en el suelo.

Solomon no sabe cuánto tiempo estuvo inconsciente, pero dijo que recuperó la conciencia cuando el fuego quemó su espalda.

«Empujé la motocicleta para quitármela de la espalda, y rodé a una canaleta y me acosté allí», dijo. 

Unos 30 minutos después, escuchó las voces de unos agentes de policía.

«Levanté la mano de la canaleta donde estaba acostado y la agité hacia los oficiales —dijo—. Después de que me echaron agua para apagar el fuego, me trasladaron a su vehículo y me llevaron al hospital».

UNA RELACIÓN MÁS FUERTE CON DIOS

A pesar de que Solomon perdió a su padre y sufrió horribles heridas físicas, dijo que no hay forma de que siquiera pudiera pensar en negar a Jesús.

«La posición de Cristo en mi vida es tan importante para mí, que defenderé mi fe a como dé lugar», dijo.

En muchos sentidos, ve el ataque a su fe como un regalo porque lo ha acercado a Dios. Ahora ve a Dios actuando aún más en su vida.

«La persecución ha fortalecido mi relación con Dios porque sé, basado en lo que me sucedió, que es un milagro que haya sobrevivido —dijo—. Sé que mi vida está en manos de Dios, por lo que ha fortalecido mi relación con Él».

A través de la gracia de Dios, Solomon no está enojado con los que trataron de matarlo y también asesinaron a su padre.

«Si tuviera la oportunidad de encontrarme con ellos ahora, les diría lo mismo que dijo Jesús en la cruz: “Señor, perdónalos” —dijo—. Los he perdonado».

Carpintero de oficio, a Solomon le resulta difícil usar herramientas y realizar su trabajo; las quemaduras en su espalda le han causado cierta pérdida de movilidad en sus brazos.

«Deseo que otros cristianos oren fervientemente a Dios para que recupere mis fuerzas y pueda trabajar con mis manos y mantenerme a mí y a mi familia», dijo.

Solomon está abrumado por saber que sus hermanos y hermanas en Cristo en todo el mundo lo están apoyando a él y su atención médica a través de VOM.

«No sé cómo puedo dar ese amor de Cristo que se me ha extendido —dijo—. Eso es lo que siento. En realidad, me faltan palabras. No sé cómo expresarlo».

Cristiano nigeriano atacado y quemado por vecinos musulmanes
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