A las 9:00 p.m. del 7 de febrero de 2016, el pastor Kabir terminó de dirigir un servicio de oración en la Iglesia del Salvador en el corazón de uno de los barrios pobres de la India. Luego dejó su congregación de cuarenta creyentes y abordó un autobús para viajar a casa donde lo esperaban su esposa, Ishita, y sus dos hijas, tal como lo hacía todos los domingos por la noche.

Esta vez, sin embargo, cuatro hombres siguieron al pastor de treinta y siete años hasta su casa. Los hombres, todos miembros de una milicia juvenil llamada Hindu Yuva Vahini, detuvieron el autobús a tres millas de la casa de Kabir, lo sacaron a rastras del autobús y lo secuestraron.

Lo llevaron a un edificio viejo y vacío, donde planeaban obligarlo a negar a Jesucristo en video. Al igual que otros grupos nacionalistas hindúes como el destacado Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), el Hindu Yuva Vahini busca reconvertir por la fuerza a quienes abandonen el hinduismo.

Los hombres rodearon al pastor y lo patearon y golpearon brutalmente durante quince minutos. Uno de ellos lo golpeó repetidamente en la cabeza con el mango de un cuchillo, y con cada golpe Kabir le suplicaba a Dios que lo guardara con vida. Le prometió servirlo con más celo si sobrevivía.

Mientras el pastor yacía en el suelo sangrando y retorciéndose de dolor, uno de sus atacantes comenzó a grabarlo con la cámara de video de su teléfono inteligente. Otro hombre le ordenó a Kabir que dijera que ya no seguiría a Jesús y que volvería al hinduismo y adoraría sus ídolos nuevamente.

«Solo serviré al Señor —respondió Kabir—. No adoraré ídolos. Serviré a Jesús».

Los hombres volvieron a golpear al pastor y le exigieron que negara a Cristo para el video. Y de nuevo, se negó. El patrón de exigencias, negativas y palizas continuó durante noventa minutos, hasta que los hombres finalmente se cansaron y quedaron frustrados por la terquedad de Kabir.

«¡Eres [supuestamente] hindú! —le gritó uno de ellos—. Estás convirtiendo a todos al cristianismo aquí. Mañana, si te veo de nuevo sosteniendo una Biblia y andando así, ¡te mataré!». Entonces quemaron la Biblia de Kabir y lo dejaron ir.

JUSTICIA Y GRACIA

Uno de los atacantes montó a Kabir en una motocicleta, lo llevó una milla de distancia y le dijo que se bajara. Desorientado, sangrando y con fuertes dolores, Kabir llamó a un amigo para que lo recogiera y lo llevara a casa.

«Dios me guardó con vida, así que los perdonaré —pensó Kabir—. No iré a la estación [de policía]. No los denunciaré. Lo que estoy haciendo actualmente lo haré doblemente para el Señor».

Cuando Kabir regresó a casa alrededor de las 11:30 p.m., su esposa e hijas se sorprendieron al verlo ensangrentado y adolorido.

«Tenía miedo —reconoció Ishita—. Nuestras dos hijas pensaron: “Dios ha guardado la vida de mi padre”. Estaban agradecidas con Él».

Todavía con dolor a la mañana siguiente, Kabir decidió ir al hospital, donde se enteró de que tenía roto el tímpano del oído izquierdo, un desgarre en el oído derecho y el cráneo fracturado. Necesitaría múltiples cirugías.

«Sentía que había perdido los oídos —dijo—. No había ningún sonido y mi cabeza estaba muy pesada».

Mientras Kabir se recuperaba de sus heridas, un amigo descubrió que los atacantes habían publicado un video del incidente en una página de Facebook cerrada de Hindu Yuva Vahini. El video había sido editado para que pareciera que Kabir se había reconvertido al hinduismo.

Una red de pastores que apoya a Kabir reportó el video a las autoridades y los cuatro hombres finalmente fueron arrestados. «Oro por ellos todos los días —dijo Kabir— para que sean salvos, vengan a la iglesia y acepten a Cristo. Si los veo, iré y les diré: “Dios los ama y estoy orando por ustedes. ¿Cómo están?”».

UNA NUEVA PERSPECTIVA

Kabir ha pastoreado a algunos de los cristianos más pobres de la India durante más de 12 años y nunca había sufrido persecución antes de este ataque. Ahora, habiéndose mantenido valientemente fiel a Cristo en un ataque de los hindúes radicales, está listo para hacer más por el reino de Dios.

«He crecido en mi fe y haré el doble de trabajo —dijo un mes después del ataque—. Si vuelve a suceder en el futuro, no tengo miedo. Lo que Dios quiera, que lo haga. Si estoy aquí, seguiré haciendo el trabajo. Si muero, voy a Su reino».

Kabir ha sido fiel a su palabra. Su iglesia ha crecido a 60 miembros, su ministerio de alcance se ha duplicado y ahora ministra en dos aldeas. En 2018, VOM le regaló una bicicleta para ayudarlo a mantenerse al día con su creciente ministerio.

Al igual que Kabir, Ishita sabe que Dios estará con su familia si enfrentan más persecución. «Hay persecución en la vida cristiana, así que sé que Dios está allí con nosotros —dijo—. No tengo miedo porque Dios ha dicho que Él siempre está con nosotros y nos protegerá y nos está fortaleciendo».

Las hijas de la pareja también han adquirido una nueva perspectiva sobre su fe desde el ataque. «Pase lo que pase, Dios está ahí; Él nos protegerá —dijo Vanya, entonces de 15 años—. No dejaré mi fe. Estoy feliz de que papá esté a salvo».

«Estoy feliz con la fe de mi padre —agregó Myra, entonces de 13 años—. Quiero que mi padre trabaje más. No perderemos nuestra fe. Serviremos al Señor en el futuro».

VOM ha ayudado a pagar la atención médica de Kabir. Si bien la cirugía ayudó a restaurar su oído izquierdo, los médicos no pudieron reparar el daño en su oído derecho y ahora necesita un audífono. Kabir pide a los lectores que oren por su familia y por su sanidad continua. También pide oración por sus agresores y por la gente muy pobre que vive en la zona donde se encuentra su iglesia.

Kabir está comprometido con pastorear y servir a los pobres, conforme al ejemplo de Jesús. Y está agradecido por la persecución que enfrentó porque ha profundizado su relación con su Señor.

«En la vida cristiana hay persecución —dijo Kabir—. Ahora Dios me ha permitido probarla».

Pastor indio secuestrado por la milicia juvenil Hindu Yuva Vahini
Categorías: Historia, Oración