Cuando Mustafa se enteró de que su hermano menor, Omar, se había convertido al cristianismo después de escuchar el evangelio de boca de un evangelista visitante en su ciudad marroquí, sintió que no tenía más remedio que actuar.

Ese día de 2005, tomó la biblia de su hermano, un libro que consideraba falso e impuro, y lo quemó junto con el resto de la literatura cristiana de Omar. Siendo el hijo mayor, expulsó a Omar de la casa familiar; su odio contra los cristianos le impedía compartir la casa con un apóstata. En Marruecos, el islam está entrelazado en todos los aspectos de la vida, y el país está gobernado por un monarca que se cree es un descendiente directo del profeta Mahoma.

Mustafa se mantuvo en contacto con Omar, con la esperanza de atraerlo de vuelta al islam. Finalmente, visitó a su hermano y le pidió una biblia; pensó que si podía mostrarle los errores de la Biblia, volvería al islam.

Omar con mucho gusto le dio a su hermano mayor una biblia y una pluma, y le sugirió que marcara cada versículo que le pareciera problemático. Luego los hermanos hablaron sobre los versículos que Mustafá destacó, y Mustafá se sintió cada vez más dividido entre el islam y el cristianismo.

Cuando leyó Mateo 7:7: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá», sintió el deseo de responder a las Escrituras por primera vez. «Pregunté: “Dios, ¿dónde estás? —dijo Mustafa—. Si Tú eres el que gobierna todo el mundo que nos rodea, puedes decirme la verdad. ¿La verdad proviene de la Biblia o del Corán?”».

CAMBIANDO LAS RELACIONES

En medio de su confusión, Mustafá tuvo una visión en la que caía en un profundo agujero en el suelo. Mientras intentaba salvarse durante su caída, vio a un hombre cuyo rostro estaba oscurecido por una luz. Este hombre, el único que realmente podía salvarlo, se acercó y lo abrazó.

Después de que la visión se desvaneció, Mustafa se sintió en paz. Abrió la Biblia que Omar le había dado y, sin querer, la abrió en Mateo 7:7. «En este momento pude reconocer lo que me estaba diciendo —dijo Mustafa—. Pude reconocer que la persona que me tomó de la mano y me dio un abrazo… era Jesucristo».

Luego compartió con entusiasmo la experiencia con su hermano, quien lo invitó a su congregación. Se reunió con un pastor, quien le ayudó a responder sus preguntas más profundas, y dos meses después le dio la espalda al islam y puso su fe en Jesucristo.

Su esposa musulmana, Salma, pronto notó cambios en su comportamiento. Impresionada por la paz que veía en el rostro de su marido, a Salma no le importaba si leía la Biblia. Y, después de considerar las afirmaciones de Cristo por sí misma, más tarde decidió seguirlo también. A medida que Mustafa y Salma se hacían más cercanos en Jesús, la madre y los hermanos de Mustafa se resintieron con él. Sintieron como si los hubiera abandonado al abandonar la fe de su familia.

Al mismo tiempo, la relación de Mustafa con su país también se estaba volviendo más turbulenta. En 2010, el gobierno marroquí expulsó a docenas de extranjeros cristianos. Como resultado, Mustafa perdió su trabajo de construcción de estructuras para un orfanato dirigido por cristianos cuando las autoridades cerraron el orfanato y expulsaron a sus líderes cristianos. Los dueños de negocios locales luego vincularon el repentino desempleo de Mustafa con su fe cristiana, y nadie lo contrataba. Su madre le dijo que Dios lo había maldecido por dejar el islam.

BAJO INVESTIGACIÓN

En la estación de policía, un oficial le preguntó deliberadamente a Mustafa qué religión seguía. Cuando Mustafa respondió: «Cristianismo», el oficial se enojó. Sus datos sobre la aldea indicaban que allí no vivían cristianos. Mustafa y Salma, así como el hermano de Mustafa, Omar, de alguna manera habían logrado evadir la detección.

Mustafa le dijo al oficial que estaba dispuesto a ser arrestado por ser cristiano, pero el oficial lo dejó ir. Luego, una semana después, la policía le ordenó a Mustafa que volviera a la estación, y esta vez tuvo que traer a Salma con él. Omar estaba fuera del país.

Los creyentes marroquíes que estaban vinculados con extranjeros expulsados rápidamente fueron objeto de escrutinio por parte de las autoridades marroquíes. Así que, como era de esperarse, un día, Mustafa recibió una llamada ordenándole que se presentara en la estación de policía.

A lo largo del interrogatorio de todo el día, los oficiales interrogaron a los dos individualmente y luego los reunieron para un interrogatorio adicional. Mustafa exigió ver las entrevistas de su esposa desde una habitación cercana para asegurarse de que estuviera a salvo. Mientras la veía responder a sus preguntas, se sintió abrumado por la gracia de Dios.

«En ese momento entendí la Palabra de Dios cuando dice: “el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir” —dijo, refiriéndose a Lucas 12:12—. Mi esposa en ese momento no tenía suficiente conocimiento de la Biblia para responder a esta investigación, pero estaba respondiendo de una manera impresionante».

Dos semanas más tarde fueron interrogados de nuevo, y esta vez participaron agentes de inteligencia marroquíes. Las autoridades le lanzaron una pregunta tras otra a la pareja, ofreciendoles ocasionalmente incentivos financieros para atraerlos de vuelta al islam.

Los interrogadores de Mustafa alternaban entre golpearlo y actuar como si fueran sus mejores amigos, todo en un intento de obtener información sobre su trabajo y el de otros cristianos. En medio de la presión y la intimidación, la Palabra de Dios permaneció en los corazones de Mustafa y Salma. «Si retienes la Escritura y la lees como la Palabra viva de Dios, estará contigo en cualquier momento», dijo Mustafa.

Los interrogatorios continuaron durante años, y en 2012 Mustafa descubrió que dieciséis personas de su Iglesia habían sido interrogadas sobre él; por miedo, diez se habían vuelto en su contra. Aunque esperaba que las autoridades lo arrestaran a él y a su esposa, al final solo le pidieron que pusiera su fe cristiana por escrito.

Pero lejos de marcar el final de su acoso, marcó el comienzo de una nueva forma de persecución.

PARIAS REPENTINOS

Al día siguiente, la policía envió una nota a todos en la comunidad de Mustafa anunciando que él y su esposa habían dejado el islam. Los amigos, parientes y conocidos de Mustafa de repente se convirtieron en sus adversarios, y nadie quería relacionarse con ellos. Además, algunos islamistas e incluso antiguos amigos comenzaron a seguirlos, listos para denunciar sus actividades cristianas a la policía.

En octubre de 2012, durante el momento más difícil de sus vidas, Mustafa y Salma recibieron un regalo inesperado. Habían orado por un hijo propio durante siete años y casi habían abandonado la esperanza, pero Dios los sorprendió con un hijo.

«Dios siempre nos da regalos maravillosos —dijo Mustafa—. Él es fiel».

Tres años después, al antiguo supervisor de Mustafa en el orfanato se le permitió entrar a Marruecos durante una semana. El hombre visitó a Mustafá en su casa, donde comieron juntos y oraron. Pero los musulmanes locales notaron que el extranjero entró en casa de Mustafa y rápidamente se reunieron afuera para protestar. Muchos musulmanes también acudieron a la policía, informando que un evangelista estaba visitando a cristianos marroquíes. Los musulmanes enojados estaban listos para actuar en nombre de su rey y país islámico.

A medida que Mustafa y Salma se sentían cada vez más solos en su fe, la presencia de Dios los consolaba y sostenía. Con Cristo en el centro de su matrimonio, pudieron apoyarse mutuamente. «Mi esposa y yo nos tomábamos tiempo para orar, y esta era la única manera de que tuviéramos pan espiritual que nos diera esperanza y vida», dijo Mustafa.

UN NUEVO COMIENZO

A finales de 2015, Mustafa se inscribió en un seminario patrocinado por VOM en otro país del norte de África. A lo largo del programa de dos años, ocasionalmente se le pedía que viajara al seminario para una semana de estudio intensivo y que luego regresara a casa para completar tareas relacionadas con el evangelismo o la siembra de iglesias. Durante sus estudios, Mustafa conoció a un obrero de VOM y le compartió que la vida se había vuelto más desafiante para su familia, ya que se sentían cada vez más aislados y sufrían un monitoreo continuo por parte de su comunidad. Necesitaban un cambio.

En 2017, el obrero de VOM ayudó a la familia de Mustafa a mudarse a una aldea cerca de una ciudad más grande en Marruecos. Mustafa y Salma ahora están estableciendo una Iglesia allí para los nuevos cristianos conversos del islam. «Recientemente, logramos bautizar a una persona —dijo Mustafa—. Estábamos muy felices porque Dios nos había permitido hacerlo».

A Mustafa le encanta conocer nuevos creyentes y enseñarles a los que enfrentan persecución, muchos de los cuales una vez odiaron el cristianismo tanto como él. Y mientras ministra a los nuevos creyentes, batalla con criar a su joven hijo como cristiano en medio de la cultura musulmana dominante. Aunque su hijo ha proclamado audazmente a Jesús como Rey en la escuela islámica a la que asiste, los maestros musulmanes todavía influyen en su pensamiento. «A veces repite versículos del Corán —dijo Mustafa—. Esto lastima mucho mi corazón. No quiero que crezca con un conocimiento como ese». Mustafa no ha podido encontrar trabajo, por lo que su familia depende de los ingresos de Salma por su empleo en una tienda de cosméticos. Como la mayoría de las familias cristianas en Marruecos, no pueden enviar a su hijo a una escuela privada debido a su situación financiera.

A la luz de su falta de libertad religiosa, Mustafa espera que los estadounidenses que no comparten el evangelio con sus vecinos reconsideren su libertad para hacerlo. «Ustedes tienen una gran ventaja en los Estados Unidos —dijo—. Tienen la libertad, una libertad que no está disponible en ningún otro lugar. El mensaje del Señor es claro: “Id y haced discípulos”. Solo tienen que usarla [su libertad] y ganar nuevas almas para Cristo».

Musulmán quema la biblia de su hermano y encuentra a Cristo a través de una visión
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