El marido de Laila estaba ausente, y ella se quedó sola para cuidar de sus dos hijos. Era un invierno frío en Asia Central, y sus caseros la acababan de echar. «Si no te vas, quemaremos la casa y te quemaremos a ti también, si te quedas», le habían dicho.

Laila y su familia habían sido rechazados por compartir a Cristo en la aldea, por lo cual, decidieron sacudirse el polvo, empacar y marcharse. La familia ha soportado muchas dificultades y seguirá haciéndolo, pero consideran que vale la pena.

Todo empezó cuando Laila recogió un pedazo de basura del suelo.

ENCONTRAR A DIOS A TRAVÉS DE LA BASURA

Laila se sentó en la sala de espera del hospital mientras su esposo se preparaba para someterse a una cirugía por úlceras sangrantes. No se esperaba que sobreviviera, y ella se sentía absolutamente desesperada. Notó un poco de basura debajo de un banco, recogió el trozo de papel arrugado, lo alisó y vio que era un boletín cristiano que compartía los testimonios de otros cristianos. «Quería encontrar otras historias como esta, así que le pregunté a mi cuñada», dijo. Resultó que su cuñada también se había interesado en el cristianismo, y había estado asistiendo en secreto a una iglesia casera. Invitó a Laila a que la acompañara.

a woman sits in church

«Entré directamente y me uní al culto —dijo Laila—. Se sentía bien y natural. El pastor dijo: “Jesucristo está vivo”. Nunca había escuchado algo así. Hubo una invitación para que la gente pasara a orar, y fui de inmediato. Estaba llorando mientras hacía la oración de arrepentimiento».

Los cristianos acogieron a Laila y a sus hijos con amor, y oraron por su marido enfermo. Le dijeron que Dios podía sanarlo. Cuando Laila visitó de nuevo a su marido, estaba a punto de someterse a una cuarta cirugía. Como enfermera, Laila sabía que poco se podía hacer para ayudar a la condición de su marido, por lo que decidió llevarlo a casa del hospital y comenzar a orar por él.

Le contó a su esposo sobre su experiencia en la iglesia y lo llevó a la iglesia con ella. Después de que los miembros de la iglesia le compartieron el evangelio, él también aceptó a Cristo. «Nosotros y los líderes de la iglesia estábamos seguros de que había sido sanado —dijo Laila—. Volví a nuestra aldea, pero mi esposo se quedó conviviendo con los cristianos durante una semana. Cuando llegó a casa pude ver que estaba sano. Estaba alegre y lleno de energía, y jugaba con los niños».

«NO SON DE NUESTRA FAMILIA»

La familia, de inmediato, comenzó a contarles a sus vecinos acerca de Cristo. Aproximadamente un mes después, el imán local vino a verlos y les dijo que estaba mal que llevaran su «nueva fe» a los otros aldeanos. Varias personas en el pueblo incluso querían que se fueran. Sin embargo, su casero le dijo a Laila que él había sido un creyente en secreto durante muchos años después de que conoció a Cristo mientras estaba en una prisión rusa. Así que, permitió que la familia se quedara a vivir donde estaba, pero cuando murió de una enfermedad crónica, sus familiares musulmanes le dijeron a Laila y a su familia que serían desalojados. Los nuevos caseros les dijeron que la única forma en que la familia de Laila podía quedarse era si iban ante los líderes de la aldea a renunciar a Cristo, y volvían a comprometerse con el islam.

three people stand together outside and one is holding a bible

«Yo había aprendido en la Biblia que los cristianos deben sufrir por la fe, así que pensé: “Bueno, aquí lo tienen” —dijo—. Y fortalecí mi testimonio a través de hablarles de Cristo».

En ese momento, los propietarios los echaron y les dijeron que los quemarían dentro de la casa si se quedaban. Cuando la pareja les pidió ayuda a los familiares del esposo de Laila, les dijeron: «Si no niegan a Cristo, entonces no son de nuestra familia». El cuñado de Laila le aconsejó al marido de Laila que se divorciara de ella, y que regresara al islam.

Finalmente, el esposo de Laila dijo: «Vámonos. Hemos compartido el evangelio con todos en esta aldea para poder mudarnos a un nuevo lugar». Recogieron lo que pudieron, y dejaron el resto.

HAY BENDICIONES QUE SIGUEN AL SUFRIMIENTO

Laila y su familia siguen compartiendo a Cristo dondequiera que van. Están listos para comenzar su propia iglesia, compuesta por creyentes que se convirtieron al cristianismo después de escuchar el evangelio a través de Laila y su esposo. VOM los está apoyando en su trabajo. «Muchas personas han venido al Señor por medio de nuestro ministerio y testimonio —dijo Laila—. Mi suegro, incluso, vino a Cristo justo antes de morir de cáncer».

No ha sido fácil, y su familia ha sufrido. Su hijo mayor fue golpeado en la escuela por negarse a memorizar el Corán. El maestro lo golpeó en la cabeza con el libro Introducción al islam cuando no recitó bien los versículos en árabe. «[Mi hijo] no dijo nada al respecto durante mucho tiempo —dijo Laila—. Ni siquiera lo compartió con nosotros, su familia, hasta que un día la paliza fue muy severa. En ese momento, me preguntó si había algún lugar al que pudiéramos ir para adorar a Dios sin persecución».

Otros niños de la aldea señalan a sus hijos y cantan: «¡Cristiano! ¡cristiano!». Su hijo menor tiene cicatrices en la cabeza de piedras que le arrojaron unos niños burlones. Cuando Laila confrontó a los padres de los que lanzaron las piedras, le dijeron que era correcto que sus hijos atacaran a los suyos porque la familia de Laila cree en «otro Dios».

Pero la familia de Laila sigue siendo fiel a pesar de estas dificultades. «¡Cristo vale la pena! —dijo—. Hay bendiciones que siguen al sufrimiento. Después de que sufrimos, recibimos nuevas bendiciones por parte de Cristo. Y también, seguimos Su ejemplo: Él sufrió, así que nosotros también sufriremos».

Aldeanos amenazan con quemar viva a familia cristiana
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