Dina solo vivió cinco años con su esposo, y sus hijos nunca sabrán lo paciente, perdonador y humilde que era ese hombre. “Agradezco que Dios me diera un esposo así”, dijo Dina. “Siempre fue fiel a Dios”.

Ali fue criado como cristiano en un país asiático que tenía solo unos pocos creyentes; mientras que Dina, quien creció en una familia musulmana, conoció a Cristo durante la universidad a finales de la década de 1990. Después de que ella comenzara a asistir a la iglesia donde Ali era pastor, se enamoraron y planearon casarse. En ese momento, las iglesias todavía realizaban reuniones abiertamente, pues el Gobierno del país aún no había aclarado su posición sobre los cristianos evangélicos.

Entonces, un domingo durante el servicio, extremistas musulmanes detonaron dos bombas en la iglesia. Dina se encontraba al frente con el coro cuando la primera bomba explotó cerca de la puerta. La segunda bomba, que estaba más cerca de ella, rompió su tímpano y dañó permanentemente su audición. Casualmente Ali había salido el día del bombardeo.

Después de las explosiones, Dina ayudó a subir a las personas en ambulancias y a asegurarse de que estuvieran bien. Mientras ella y otros seguían conmocionados, planeando limpiar el lugar, llegó la policía. “Pensamos que ellos nos ayudarían”, dijo.

En lugar de ayudar, la policía llevó a los cristianos a una estación de policía para interrogarlos. Y en lugar de preguntar sobre el bombardeo, cuestionaron a Dina con cosas como: “¿Qué realizas en la iglesia?” y “¿Por qué vas a la iglesia?”.

Decidida a permanecer fiel, seguía repitiendo que creía en Jesucristo. Entonces otro policía entró y comenzó a agredirla sexualmente. “Veremos cómo es que tu Dios te salva”, dijo.

Orando por la ayuda de Dios, Dina gritó de repente: “¡Jesús, Señor, Él es fuerte!” Con eso, el policía la empujó, diciendo: “Sáquenla. Está mentalmente enferma”.

Finalmente, Dina fue llevada a una habitación donde los otros creyentes estaban detenidos. Y mientras escuchaba los gritos de los creyentes que eran golpeados en las salas de interrogatorio cercanas, comenzó a llorar. Entonces, uno de los líderes de la iglesia, cuya piel estaba ennegrecida por las quemaduras, dijo: “Todos estuvimos orando por ti. Oremos por los que todavía están allá”.



Como nueva creyente, Dina habló ansiosamente a sus parientes musulmanes acerca de Cristo, llevando finalmente a una tía, a un tío y a su abuela al Señor. “Cuando mis familiares se enteraron, comenzaron a culparme —dijo—. En mi segundo año de universidad, mi madre me echó de la casa. De hecho, mi mamá me dijo: ‘Toma tu ropa y vete con Dios. Ve a la iglesia y con tu Dios. Ya no puedes quedarte conmigo’”.

Después del bombardeo contra la iglesia, la universidad también le pidió que no volviera, temiendo el estigma de un estudiante visiblemente cristiano. “Yo no tenía nada”, recordó, “no tenía dinero, solo una bolsa de libros. Comencé a orar, y Dios me dio fuerza para perseverar. Recordé un versículo de la Biblia: ‘Toma tu cruz y sígueme’”.

Después de que Dina y Ali se casaran, Ali continuó sirviendo incansablemente a la iglesia. Fue encarcelado varias veces debido a su trabajo como pastor, y la policía iba con frecuencia a su casa para amenazarlo e instarlo a abandonar el país. Como obreros de primera línea en un país cerrado, la pareja recibía apoyo regular de La Voz de los Mártires (VOM por sus siglas en inglés).

En 2011, Ali asistió a una conferencia en un país vecino. Al regresar fue detenido en la frontera portando un maletín lleno de Biblias. “Nadie podía cruzar la frontera con una Biblia, un libro cristiano o cualquier cosa relacionada con el cristianismo”, relató un líder cristiano del país. “Incluso una Biblia para uso personal era considerada ilegal. Por lo general, los materiales eran confiscados y las personas interrogadas”.

Cuando los guardias fronterizos le informaron a Ali que iría a la cárcel, él les suplicó, explicando que necesitaba llegar a casa con su esposa embarazada. Después de ser retenido toda la noche para ser interrogado, fue liberado a la mañana siguiente y llegó a casa por la noche.

Ali y Dina permanecieron despiertos hablando hasta las dos de la mañana.

“No tuve miedo de estar en la cárcel”, le dijo Ali a su esposa, “temía por ti y por los niños. Pedí a Dios que si tuviera que morir, muriera en casa y no ahí”.

Ali no despertó a la mañana siguiente. Murió de un ataque al corazón a pesar de ser joven, saludable y de haberse realizado un examen del corazón unos meses antes. “Quienes han experimentado ese cruce fronterizo comprendieron inmediatamente lo que pudo haber sucedido”, comentó el líder cristiano. Era común que los drogaran durante los interrogatorios.

  • Obreros de VOM orando con Dina

La vida ha sido difícil para Dina y para sus tres hijos desde la muerte de Ali. “No conocemos las respuestas a nuestras muchas preguntas,” dijo. “Solo tenemos que saber que Ali goza de la vida eterna. Lo extraño”.

Dado que las mujeres son consideradas como una propiedad en el país de Dina, los hombres de la iglesia tienen que firmar por ella los contratos de alquiler, y pagar sus cuentas. VOM ha estado apoyándola con el alquiler. También tiene que mudarse con frecuencia cuando los vecinos descubren que es cristiana. En un lugar, los niños vecinos golpearon a sus hijos y los llamaron kafirs, o infieles.

El año pasado, Dina consiguió un trabajo enseñando ruso en una universidad. Pero seis meses después, le pidieron que abandonara su iglesia o que renunciara. Dina eligió dejar su trabajo.

Debido a que los niños eran muy pequeños cuando Ali murió (Dina estaba embarazada de su hijo menor en ese momento), Dina es el único progenitor que conocen. “Quiero criarlos bien, como lo hubiera hecho su padre”, dijo. “Quiero que sean fieles a Dios y le sirvan con sus dones”.

Por años, los familiares de Dina le dijeron que su fe cristiana era la culpable de todas sus dificultades, que estaba maldita y engañada. Pero la opinión que tienen de ella se ha suavizado al observarla a lo largo del tiempo. Un tío, un riguroso musulmán, admitió que admiraba su perseverancia. “Qué mujer eres,” le dijo. “Aun te mantienes firme a pesar de este problema. Eres pura y no te has estropeado. Puedo ver que Dios está haciendo algo en tu corazón”.

Dina continúa caminando por el largo camino del sufrimiento hacia su esperanza eterna. Ella ha visto la fidelidad y el poder de Dios en el pasado, y sabe que Él siempre estará allí para ella, sin importar lo que enfrente.

Un interrogatorio mortal
Categorías: Historia, Oración