Años atrás, Hossein recibió dos regalos que lo aterrorizaron.

Una tarde, él y sus amigos hablaban de películas mientras estaban sentados en un parque, cuando un extraño se acercó y le entregó un libro y una revista.

“Nos había escuchado hablar de una película —dijo Hossein, ahora de 22 años—. Me pidió que viera una reseña de esa película que estaba publicada en la revista”.

Cuando Hossein le preguntó al hombre cuánto costaba la revista, él le dijo que era gratis. “Estos son regalos de Dios”, dijo el hombre, sonriendo.

Cuando Hossein llegó a casa, comenzó a leer la revista. Después de leer la reseña de una película extranjera que había visto, continuó leyendo y descubrió que la revista era una publicación cristiana. Luego reconoció que el libro que había recibido era una Biblia, un libro que es ilegal poseer, imprimir, importar o distribuir en su natal Irán.

De repente, se sintió presa del miedo. “Estaba muy asustado porque en mi familia son musulmanes devotos. Muchas cosas pasaron por mi mente esa noche, y deseaba no haber recibido esos libros”, dijo Hossein.

Se deshizo de la Biblia y la revista al día siguiente, pero unas noches después tuvo un extraño sueño sobre niños comiendo libros. Y cada libro se veía exactamente como la Biblia que Hossein había recibido.

El sueño molestó a Hossein durante varios días, hasta que finalmente regresó al parque con la esperanza de encontrar al hombre que le había dado la Biblia y la revista. Pero nunca volvió a ver al hombre.

Luego, pocos días después, Hossein se sorprendió al ver a su hermano, Mahmoud, regresar a casa con una Biblia propia.

Mahmoud había estado estudiando dos veces por semana con un amigo llamado Ehsan desde que se retrasó recientemente en sus clases universitarias. Una noche, mientras Mahmoud se preparaba para salir de la casa de Ehsan después de estudiar, vio a la familia de su amigo rodear a la abuela de Ehsan gravemente enferma, poner sus manos sobre ella y orar por su sanidad en el nombre de Jesús.

“No los entendí —dijo Mahmoud—, pero sus voces y sus palabras eran poderosas. Ehsan amablemente me llevó fuera mientras los observaba”.

Cuando Mahmoud regresó a la casa de Ehsan para la siguiente sesión de estudio, la abuela de Ehsan abrió la puerta y alegremente le recibió y lo hizo pasar. Más tarde, Mahmoud le preguntó a Ehsan si las oraciones de la familia habían provocado la sanidad de su abuela.

“Sí, gracias a Dios —le dijo Ehsan—, es por el poder de Dios y Su autoridad”. Entonces Ehsan le contó a Mahmoud acerca de Jesús, dándole una Biblia cuando expresó interés en aprender más.

Los padres de Mahmoud se indignaron cuando descubrieron su Biblia. Después de exigir saber de dónde la había sacado, el padre de Mahmoud, Khodayar, tomó la Biblia y la arrojó hacia un rincón lejano del patio. Esperaba el castigo inmediato de Alá por tener ese libro en su casa.

Tras ver cuánto había enojado esto a su padre, Mahmoud no quiso tener nada más que ver con la Biblia. Pero en medio de la noche, se levantó para beber algo y notó un pequeño rayo de luz que venía de la habitación de Hossein. Cuando miró hacia adentro, vio a su hermano sentado en la esquina de su habitación oscura, leyendo.

Mientras Mahmoud caminaba hacia Hossein, notó que estaba desarrugando las páginas de un libro con sus manos. Entonces se dio cuenta de que su hermano estaba leyendo la Biblia que su padre había lanzado fuera de la casa.

Sorprendido por la figura oscura de Mahmoud de pie frente a él, Hossein metió la Biblia debajo de una alfombra.

“¿Sabes lo que pasará si papá te atrapa con esa Biblia? —Mahmoud le preguntó—. ¿Quieres meterme en problemas?”.

“Quiero ver a tu amigo Ehsan”, respondió Hossein, insistiendo en que iba a conservar la Biblia.

Pero Mahmoud, molesto por el desafío de su hermano, ignoró a Hossein y se fue. Con el tiempo, y después de continuar leyendo la Biblia en secreto, Hossein puso su fe en Jesucristo.

Meses después, cuando la madre de los jóvenes no pudo someterse a una cirugía cardíaca necesaria debido a su diabetes, Mahmoud se sintió impotente al verla quejarse de dolor. Mientras le preocupaba cómo la familia pagaría los tratamientos de su madre, recordó que la abuela de Ehsan había sido sanada a través de la oración.

Con la ayuda de Hossein, Mahmoud llevó a su madre a la casa de Ehsan, donde tuvieron una cálida bienvenida. La familia de Ehsan rodeó a su madre, orando por ella en el nombre de Jesús. Hossein, como nuevo creyente, se unió a ellos en oración.

“Al principio mi madre estaba confundida —recordó Mahmoud—. Pero después de eso, ella dijo que las oraciones la hicieron sentir muy ligera y feliz”.

Cuando los tres regresaron a casa, Khodayar regañó a los jóvenes por llevar a su madre con los cristianos. “¡Hubiera sido mejor para su madre morir a que ustedes traigan vergüenza a nuestra familia!”, gritó. Su hermana también les gritó, acusando a Mahmoud de ser responsable de los problemas de su familia.

Esa semana, Ehsan se mantuvo en contacto con Mahmoud, animándolo a leer su Biblia. Finalmente, los dos se encontraron en el parque de su vecindario, y Mahmoud, al igual que su hermano, llegó a la fe en Cristo. A partir de entonces, Mahmoud oró diariamente por su madre y por el resto de la familia, y en cuestión de semanas su madre estaba libre de dolor.

Poco tiempo después, cuando su hermana llevó a su madre a una cita con el médico, se enteraron de que había sido completamente sanada.

Esa noche, cuando Khodayar llegó a casa del trabajo, Mahmoud notó que su padre parecía perturbado. Cuando Mahmoud se acercó a él para ver qué pasaba, vio una Biblia en las manos de su padre. La Biblia, explicó Khodayar, había sido envuelta como un regalo y colocada en su buzón.

Al escuchar la conversación, Hossein se acercó y tomó la mano de su padre. “Papá, por favor, es la segunda vez que tienes una Biblia en tus manos —dijo—. Tal vez Dios quiere hablarte. Por favor, antes de arrugarla y tirarla, léela”.

Esperando que su padre explotara de rabia, Hossein y Mahmoud contuvieron su aliento. Entonces, después de un breve silencio, Hossein le recordó a Khodayar acerca de su hijo mayor, Mohamed, que había muerto en la década de 1980 durante la guerra Irán-Irak “¿Recuerdas cuando le escribiste esas cartas a mi hermano para darle fuerzas?”, le preguntó Hossein a su padre.

“Mi hijo nunca las leyó —respondió Khodayar, llorando al recordar que sus cartas no habían llegado a Mohamed antes de su muerte—. Ya no oyó mi voz”. Hossein abrazó a su padre. “Pero ahora tienes esta oportunidad de leer la carta de Dios para ti y escuchar Su voz”, dijo.

A pesar de un intenso temor al castigo de Alá, Khodayar accedió a leer la Biblia, al menos un poco. Y se dijo que solo la hojearía, porque todavía consideraba al Corán su libro sagrado.

Una de las primeras cosas que Khodayar leyó acerca de Jesús fue cómo restauró la vista a los ciegos. Pero le costaba creer que Jesús, si realmente era Dios como afirmaban los cristianos, pudiera ser a la vez todopoderoso y amoroso. Khodayar siempre había visto a Alá como autoritario e incluso lo había culpado por llevarse a su hijo mayor.

Cuando Khodayar finalmente leyó Juan 10, en donde Jesús se describe a sí mismo como “el buen pastor” cuyas ovejas “lo siguen, porque conocen su voz”, recordó su propia infancia como pastor de ovejas nómada.

Recordó cuán intensamente cuidaba de las ovejas en su rebaño y cómo dormía en su corral cuando estaban enfermas o heridas. Recordó cómo las ovejas a su cuidado lo seguían a dondequiera que iba y podían llegar a él incluso cuando estaban perdidas entre cientos de otras ovejas.

Pensar en Jesucristo como su “buen pastor” ayudó a Khodayar a entender que Jesús lo amaba inmensamente, incluso más de lo que él había amado a sus propias ovejas. En ese momento, vio a Dios bajo una nueva luz.

“Esa noche, todo mi miedo fue reemplazado por confianza —dijo Khodayar—. Estaba seguro de que estas eran las palabras de Dios, una carta de un padre a su hijo, una carta a la oveja perdida que está buscando un hogar seguro. Esa noche, Dios trajo paz a mi corazón y comencé a hablar con Él”.

Khodayar sintió como si Dios le hubiera asegurado que Él no se llevó a su hijo Mohamed, y que había sacrificado a Su único hijo para tener una relación con Khodayar y su familia. “Desde entonces la tristeza de perder a mi hijo se ha convertido en una agradable sensación de extrañarlo con abundante amor —dijo Khodayar—. “Si existe un Dios, así es quien es Él, y yo creo en Él”.

Una mañana, mientras Hossein y Mahmoud desayunaban en la cocina, su padre entró y colocó su Biblia sobre la mesa. “Esta es la Palabra de Dios”, dijo Khodayar. Luego, después de decirle a sus hijos que había puesto su fe en Cristo, los instó a leer el libro cuidadosamente.

Sintiendo una nueva sensación de seguridad con su padre, Hossein comenzó a hablar abiertamente sobre la Biblia y su propio amor por Cristo.

“Me sorprendió el conocimiento [de Hossein] y descubrí que él había estado visitando iglesias clandestinas durante mucho tiempo —dijo Khodayar—.

Después de eso, Mahmoud admitió que él también había llegado a Cristo. Ese día, me di cuenta de que Dios había entrado en nuestra casa hace mucho tiempo, pero yo no había podido escuchar Su voz. Ahora puedo”.

Días después, la hermana de los jóvenes se acercó a Mahmoud y le preguntó cómo podía llegar a conocer al Dios que había sanado a su madre y le había dado paz a su padre. Uno por uno, cada miembro de la familia llegó a la fe en Cristo, todos a través del regalo de la Palabra de Dios.

“Realmente vimos el poder de Dios —dijo Mahmoud—, que cada rodilla se doblará ante Él y toda lengua declarará que Él es el verdadero Dios”

Carta de un padre a un hijo
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