¿A quién servimos?

La Voz de los Mártires sirve a los cristianos que son perseguidos por su fe en Cristo en más de 70 naciones hostiles o restringidas alrededor del mundo. Más de 4 millones de cristianos perseguidos reciben ayuda de VOM cada año. A través de este compañerismo se les recuerda a nuestros hermanos y hermanas que son parte del gran cuerpo de Cristo, se les anima a permanecer firmes en su fe y se les desafía a continuar haciendo avanzar el evangelio donde viven.

PoonamDESDE INDIA

Cuando Poonam silenciosamente dejó el hinduismo en 2012, la Biblia que consiguió se convirtió instantáneamente en su posesión más preciada.

La joven esposa india y madre de tres leía la Palabra de Dios en secreto en su casa a diario, y así creció en su entendimiento del amor de Dios por ella. Pero temía que su esposo descubriera su nueva fe, y pronto así fue.

Después de escucharla hacer una oración cristiana un día, encontró su Biblia y, furioso, la rompió en pedazos.

«¡A partir de hoy vas a dejar de leer la Biblia, y más te vale no orar mientras vivas en esta casa!», la regañó.

Su esposo entonces la golpeó y, pasado el tiempo, la echó de la casa y se rehusó a dejarla ver a sus hijos e hija. Su fe cristiana le costó todo.

En India, donde la persecución de los cristianos ha crecido en paralelo al aumento del nacionalismo hindú, las Biblias son un preciado recurso. Ayudan a los nuevos creyentes a continuar creciendo en su fe en medio de la persecución.

Después de perder su Biblia y su familia, Poonam se quedó a vivir con familiares y oraba por recuperar todo lo que había perdido. Un pastor y otro creyente que vivían cerca de sus familiares la visitaban regularmente para orar con ella. Para su gran gozo, un día le dieron una nueva Biblia provista por VOM. Poonam comenzó a llorar al tiempo que recibía su Biblia.

Con el paso del tiempo, Dios respondió sus oraciones y restauró su familia y su matrimonio. Aunque su esposo no ha puesto su fe en Cristo, su corazón hacia Poonam y hacia la fe cristiana se ha suavizado. Incluso ha asistido a la iglesia algunas veces para ver cómo alaban los cristianos.

Poonam lee y estudia la Palabra de Dios en su nueva Biblia, pero no puede deshacerse de la rota y maltratada Biblia que su esposo intentó destruir. Así fue, después de todo, cómo conoció de Jesús por primera vez.

Recientemente, le dijo a un trabajador de VOM que Isaías 41:10 tiene un significado especial para ella: «No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia».

«Mi Biblia es todo para mí —dijo Poonam—. Es la Palabra viva de Dios. Sin ella, no puedo vivir».

Yusuf DESDE SIRIA

Yusuf está dolorosamente consciente del tiempo que ha pasado desde que su hijo de 31 años, Faruq, fue secuestrado en Siria.

«Han pasado un año, nueve meses y veinte días», dijo, sosteniendo una pequeña foto de su hijo.

Yusuf no sabe dónde está Faruq, pero cree que está vivo debido a su utilidad potencial para sus secuestradores islamistas. Faruq tiene estudios en ciencias computacionales, y los islamistas con frecuencia secuestran a los profesionales capacitados que necesitan para sus operaciones. Como muchos otros cuyos familiares han sido secuestrados por islamistas, Yusuf no sabe nada sobre lo que le sucedió a su hijo. Pero su fe en Cristo le da una esperanza que pocos sirios tienen.

«Siempre oro: “Que se haga tu voluntad, Señor; eres un Dios bueno” —dijo Yusuf—. David no era mejor que yo. Él perdió a su hijo, y esto me alienta cuando leo la Biblia. No soy el único que perdió a su hijo. Pero hay otras cosas que digo: “Señor, Tú nos lo diste y te lo puedes llevar cuando quieras”. Estas son las cosas que vienen a mi corazón cuando voy ante el Señor».

En 2012, la guerra civil siria forzó a Yusuf, a su esposa, a sus dos hijas y a Faruq a huir del pueblo cristiano de Al Hamidiyah a la ciudad de Homs.

«Ya no hay vida humana allí debido a esta guerra —dijo Yusuf—. Los rebeldes radicales entraron a la ciudad cristiana, pero Dios fue grande y nos rescató. La manera en la que Dios nos proveyó de agua fue con la nieve. Comenzamos a recoger nieve y a sacar agua de la nieve para poder tomarla y usarla».

La familia se mudó a una nueva ciudad donde su «travesía de sufrimiento», como la llama Yusuf, comenzó. Fue esta travesía lo que profundizó su fe cristiana en última instancia.

Aproximadamente dos años después de perder su casa, Faruq simplemente desapareció una noche. Yusuf y los otros lo buscaron en las prisiones y cárceles de la zona, pero no lo encontraron. Luego recibieron una llamada de los islamistas demandando un rescate. Yusuf y su familia han continuado escuchando reportes diversos sobre si lo mataron o no, pero ellos creen que está vivo.

Yusuf dijo que su dolor más fuerte es causado por no saber dónde está Faruq.

«Alguien hizo explotar mi corazón», dijo Yusuf en lágrimas, aún sosteniendo la fotografía de su hijo.

Guarda una imagen mental diferente de su hijo, una imagen de la mano de Dios cubriendo a Faruq. Yusuf también se aferra a los pasajes que le dicen que no confíe en reinos o poderes terrenales, sino que confíe en el Señor su Dios.

«Su madre me rompe el corazón —dijo Yusuf—. No le es posible hacer frente a la realidad de perder a su único hijo. Nosotros lo criamos, caminamos con él cada centímetro, cada paso de su vida. Caminamos ese viaje con él como familia. Cada minuto de su vida y de nuestra vida fue tan valioso, y luego de repente lo perdimos. Se desvaneció».

Yusuf usa todo, desde el humor hasta la fe para ayudar a su esposa a lidiar con su sufrimiento.

«Intento sacarla de esa parte dolorosa de su vida —dijo—. La animo a ir al servicio de oración, estudiar la Biblia, reunirse y entrar en comunión con los hermanos».

Yusuf admite que su relación con Dios se ha visto afectada desde la desaparición de su hijo. Dice que discute con Dios, preguntándole dónde está en esta situación y por qué no puede saber nada sobre su hijo. Entre las discusiones, sin embargo, dice que siente la paz de Dios.

«Me despierto en medio de la noche y a veces escucho su voz, y eso me reconforta», dijo.

Yusuf dijo que la comunión con otros creyentes lo ha ayudado a mantenerse firme durante todas las tribulaciones de su familia.

«Siguen apoyándome en oración, siempre preguntan por mí y ven cómo estoy —dice—. Esa comunión de ánimo es excelente para mí y mi familia porque sé que están orando por mí aun cuando no estoy presente. Están orando por mi hijo. Una de las reuniones de oración dura una hora y media, y yo sé que en esa hora y media mi hijo y mi familia están siendo levantados. Eso es puro ánimo para mí y mi familia».

Yusuf también es animado al ver cómo Dios utiliza a otros para ministrarlos a él y a su familia.

«Simplemente vienen y me ayudan de la nada —dijo—. Es increíble cómo Dios está proveyendo. No tenemos nada, pero tenemos algo debido a la provisión de Dios en nuestra vida a través de la comunión de los creyentes».

Yusuf continúa ayudando a los refugiados sirios a través de trabajo voluntario en su iglesia. Al haber pasado por las mismas dificultades que los refugiados enfrentan, sabe que lo que más los ayudaría sería conocer a Cristo.

Aún después de perderlo todo, sus posesiones, su casa, su trabajo y su hijo, Yusuf dijo que seguir a Cristo vale la pena.

«No hemos sacrificado [nada que se compare con] lo que Dios ha sacrificado por nosotros», dijo.

RebekahDESDE NIGERIA

Mientras Rebekah estaba parada sobre una colina fuera de su pueblo nigeriano un caluroso día de 2014, lo único que podía hacer era ver cómo su casa e iglesia eran incendiadas.

Ella y sus vecinos estaban devastados ante la vista de su pueblo en llamas y eran incapaces de defenderse de los militantes de Boko Haram fuertemente armados que habían causado la destrucción. Pero para Rebekah esto no fue lo peor de todo: luego se enteró de que su esposo e hijo habían sido asesinados en el ataque.

Siete meses después de que la vida de Rebekah fuera tan radicalmente alterada por el ataque islamista, las fuerzas militares nigerianas expulsaron a Boko Haram de la región. A pesar de que la destrucción había sido extensa, las autoridades del gobierno le permitieron a Rebekah y a los demás habitantes regresar a los restos quemados de sus casas a reclamar lo que quedaba. Al tiempo que buscaba entre las cenizas, el corazón de Rebekah se llenó de esperanza al descubrir su quemada, pero aún usable, Biblia.

Se agachó, la levantó cuidadosamente y le sacudió las cenizas. «Gracias, Señor», suspiró.

Aunque algunas partes de Génesis y de Apocalipsis se quemaron, el resto de su Biblia sobrevivió intacta. Mientras ella seguía llorando la pérdida de su esposo, un hijo, su casa y su iglesia, la Biblia quemada fue una fuente de gran esperanza.

«Cada vez que abro mi Biblia durante mis estudios, me recuerda la fidelidad de Dios —dijo—. Ver las cenizas de algunas [páginas] que ya no puedo leer aviva más la Palabra de Dios en mi corazón».

Rebekah dice que recibe un ánimo especial a partir de versículos que describen al Señor como un esposo para las viudas. «Siempre consulto al Señor para cada necesidad», dijo. Pero principalmente recurre al libro de Job para recibir consuelo. Ella dijo que ayuda a darse cuenta de que todo lo que realmente tiene es su relación con Dios.

«Job dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá” —explicó—. Vino sin nada y cuando regrese con Dios lo hará sin nada. El Señor ha dado y el Señor ha quitado».

Rebekah aún prefiere utilizar su Biblia quemada hoy en día. Aunque una nueva no estaría mal, su Biblia maltratada la ha ayudado a salir de tiempos difíciles. Es la Biblia que le dio su iglesia cuando se casó con su esposo, y es la Biblia que les leían a sus hijos todos los días.

Los perseguidores con frecuencia intentan debilitar la fe de los cristianos al destruir o tomar sus Biblias.

Y muchos otros creyentes no poseen un ejemplar de la Palabra de Dios en el cuál buscar la guía y el consuelo de Dios cuando se enfrentan a la persecución.

Incluso en países comunistas e islámicos, donde los gobiernos castigan severamente a cualquiera que sea encontrado con una Biblia, los creyentes aún nos las piden regularmente. Y La Voz de los Mártires está comprometida con satisfacer esta necesidad de Biblias en las áreas más peligrosas y restringidas del mundo.

A pesar del daño causado por el fuego, Rebekah se aferra a su atesorado ejemplar de la Palabra Viva de Dios, y está agradecida de que haya sobrevivido el ataque de Boko Haram.

«Eso es a lo que aún me estoy aferrando», dijo.

Susan IthunguDESDE UGANDA

No mucho después de que Susan Ithangu de 13 años conociera a Cristo en 2009, su padre musulmán comenzó a golpearla, e incluso la amenazó con matarla con un cuchillo una vez. Después de intentar durante meses de convencerla de negar a Cristo, finalmente la encerró en un espacio pequeño en su chabola de lodo. Pasaron tres meses antes de que los vecinos se dieran cuenta de lo que le estaba sucediendo a Susan y notificaran a la policía, quienes la rescataron y la llevaron a un hospital.

Un pastor que la visitó inmediatamente después de su rescate dijo que estaba extremadamente delgada y que no podía hablar o caminar. «Su cabello se había puesto amarillo, tenía las uñas largas, los ojos hundidos y se veía muy delgada, pesaba menos de 20 kilogramos», dijo.

Tristemente, la historia de Susan no es única en Uganda. A pesar de que el 85% de la población es cristiana, aquellos que se convierten del islam al cristianismo se enfrentan a persecución y maltrato físico por parte de sus familiares.

Susan sufrió de malaria mientras estaba encerrada en esa pequeña habitación sin que se le diera tratamiento alguno, y los meses de deficiencia de calcio afectaron el crecimiento de sus huesos. Después de dos operaciones mayores en su fémur izquierdo, ahora puede caminar con muletas.

VOM cubrió los costos de manutención de ella y de Dreda, su cuidadora cristiana. Susan y Dreda se mudaron a otro pueblo donde está a salvo de su padre.

A través de todas sus dificultades, Susan se ha aferrado a su fe. «Me siento muy bien —dijo con una sonrisa— porque ahora estoy con Cristo».

«Esta niña ha pasado por un tiempo difícil —dijo el trabajador de VOM—. Sin embargo, se ha mantenido firme sin importar lo que tuviera que pasar, incluido el rechazo de [su] padre y quedar sujeta a caminar con muletas. Ha salido adelante y está volviéndose más fuerte en el Señor cada segundo».

Aquellos que han cuidado de Susan le han ayudado a darse cuenta de que Dios nunca la dejará en necesidad. Gracias a todos los que apoyan a VOM, está terminando el séptimo grado en una escuela equipada para manejar sus necesidades físicas especiales y ayudarle a traer su vida de vuelta a la normalidad. Susan comparte su historia en las iglesias del país y anima a otros creyentes a continuar orando por los cristianos perseguidos. Espera algún día poder compartir el evangelio con su padre y con aquellos que la lastimaron.

«Estoy feliz con mi vida ahora —dijo—. No sabía que regresaría a la escuela. Cada vez que me llevaban al hospital sabía que mi vida iba a ser aún más difícil, pero Dios es grande. Aún soy fuerte. Muchas gracias por cuidar de mí [...] Por favor continúen orando por mí. Quiero estudiar duro y llegar a la universidad para que así pueda ayudar a otras personas como yo. Que Dios los bendiga mucho».

Dreda, la cuidadora de Susan, dijo que ella también está agradecida por la ayuda que VOM le ha dado. «Hemos ido al hospital muchas veces debido a la salud de Susan, pero Dios es fiel porque la ayuda que recibimos ha sido suficiente para cubrirnos. Gracias por el amor, y que Dios esté siempre con ustedes».

VOM continúa ayudando a niños como Susan que son maltratados o abandonados por sus padres después de venir a la fe en Cristo.

Mauricio y DenaDesde Colombia

Cuando el esposo de Dena, Mauricio, viaja a los pueblos vecinos por el trabajo del ministerio, ella y sus tres hijas, de 10, 7 y 5 años, quedan vulnerables. Ella también sabe que cada vez que se va podría ser la última vez que lo vea. A pesar de eso, está convencida de que el Señor los ha llamado a ministrar en una de las zonas rojas de Colombia, donde los paramilitares y los grupos guerrilleros infligen terror a los cristianos.

«Estoy un poco asustada, pero siempre oro y confío en el Señor —dijo Dena—. Ponemos nuestras manos en las suyas».

Para visitar una iglesia fuera de su pueblo, tienen que obtener permiso de los paramilitares y luego obtener permiso para entrar al otro pueblo. Si los descubren intentando salir sin permiso, podrían ser devueltos a casa o incluso ser asesinados. Visitar las 15 iglesias que Mauricio y Dena supervisan es un desafío, e incluso el tipo de transporte que utilizan podría ponerlos en riesgo.

«Usualmente la gente [paramilitares o guerrilleros] involucrada en el conflicto usa [motocicletas] —dijo Mauricio—. Una persona puede tener la motocicleta que quiera. Pero si surge una necesidad, probablemente le será quitada por las personas en el conflicto».

Tener un auto también es un problema. «Cuando alguien comienza a adquirir cosas, se vuelve un blanco para las organizaciones criminales [...] o para la gente dentro del conflicto —explicó Mauricio—. Si una persona comienza a tener un mejor estándar de vida [...] entonces los paramilitares o los guerrilleros empiezan a pedirle contribuciones para sostener su conflicto».

Estas contribuciones se llaman «vacunas». «Inmunizan» a los cristianos y a otros habitantes en contra de problemas futuros con los paramilitares y los guerrilleros. «Si pagas una, debes continuar pagándoles hasta que decidan que ya no tienes que pagar más», dijo Dena.

Para evitar llamar la atención, Mauricio y Dena viajan a otros pueblos en la parte trasera de un gran camión que parece un camión de transporte militar. Se meten en la parte de atrás junto con otra docena de personas, además de sacos de grano y pollos. «Ha habido accidentes —dijo Mauricio—. Ha habido gente que ha salido volando del vehículo cuando da la vuelta. Así que es un problema. Pero así es como nos movemos».

El transporte no es el único peligro al que se enfrentan. Mauricio y Dena quedaron atrapados en un tiroteo mientras lideraban un servicio en una iglesia de una zona donde solían vivir. «Tuvimos que acostarnos en el suelo porque las balas pasaban sobre nuestra cabeza», dijo Mauricio.

A pesar de estar rodeados por el peligro, Mauricio y Dena tienen una perspectiva eterna. «Sí, estamos asustados, pero lo hacemos —dijo Mauricio—. Es verdad que a veces predicamos sabiendo que puede haber paramilitares en el grupo. Así que, entramos donde se supone que tenemos que predicar acerca de Jesús y predicamos acerca de Jesús».

Dena está igualmente comprometida con compartir a Cristo en áreas peligrosas. «Nos gusta expandir el reino porque compartir el evangelio no es una opción, es una orden —dijo—. Y Él nos ordenó compartir el evangelio a toda criatura. Oren por nosotros porque la situación no es sencilla, pero sabemos que en Cristo somos más que vencedores».

VOM apoya a más de 40 000 trabajadores en el frente como Mauricio y Dena al proveerles las herramientas que necesitan para expandir el reino. Eso también incluye congresos donde los pastores y sus esposas reciben ánimo y enseñanza bíblica.